- Síntesis
- Sobre el arte
- La literatura peruana
- La literatura moderna
- Las tres vertientes en la poesía mundial y la periodización de la literatura peruana según Mariátegui
- El Modernismo en la literatura americana
- El indigenismo en la literatura peruana
- Los indigenismos
- ¿Indigenismo o Indígena?
- Lo criollo
- Expansión del devenir andino
- Indigenismo y bloque histórico
- Oligarquía e indigenismo
- La "barbarie" frente a la solidaridad y reciprocidad andina subsistente
- Vargas Llosa y el indigenismo
- Confluencias y desavenencias. Nota marginal sobre la propuesta de periodización de la literatura peruana
- Notas bibliográficas
Síntesis
En las culturas primigenias (antiguas), los elementos del arte y la literatura se confundían con otros elementos, formando parte de los rituales mágicos religiosos, que servían de mediación en la acción humana sobre la naturaleza. Cuando el arte y la literatura adquieren cohesión y autonomía de esos rituales, proceso que llega a su culminación en la sociedad capitalista, tendremos un arte y una literatura moderna, al margen que de que los artistas y literatos aún puedan tener en su mentalidad elementos mágico religiosos, pero su producto, su creación, ya no es mediadora de la acción de la colectividad (sociedad) sobre la naturaleza.
El indigenismo como movimiento o escuela de arte y cultura emerge en el devenir de la sociedad peruana (ecuatoriana y boliviana), como expresión de la cultura y mentalidad andina, a veces con veracidad, otras veces con fantasía. Desde sus orígenes (con la conquista española) hasta hoy, tiene continuidad, pero en esa continuidad, cuyo trasfondo es el devenir andino inmerso en el conjunto de la sociedad, han existido cambios, por lo que es congruente decir que hay diversidad en la continuidad. Si bien la continuidad está garantizada por la reivindicación de lo andino, la diversidad consiste en el cambio de visión y perspectivas a través de los tiempos.
En primera instancia, en la conquista y parte de la colonia, los símbolos del indigenismo eran las elites sobrevivientes de la nobleza inca (exterminados al ser derrotada la revolución acaudillada por Túpac Amaru en 1780), y en el siglo veinte, como ruptura en la continuidad, el indigenismo está inmerso en las conflagraciones de clases en lo social (político), y en el arte y literatura es contemporáneo de las vanguardias, a las cuales pertenecen muchos de sus integrantes.
Una corriente o escuela, por lo general se ciñe al arte y cultura, cohesionándose en base a manifiestos y caudillos. El indigenismo sobrepasa a una simple escuela o corriente de arte porque, como diría Mariátegui, representa el devenir de una nacionalidad, de una cultura. Aquí está la raíz de su larga duración y su proyección futura porque la formación de la nacionalidad se está construyendo sobre "cimiento andino".
LITERATURA Y MODERNIDAD (EL INDIGENISMO)
a.- Sobre el arte
Trotsky1 decía que en el arte, el hombre busca plenitud a la existencia que las sociedades, sobre todo las basadas en clases sociales, lo niegan. Y es que el hombre por naturaleza, es artista o esta condenado a ser artista, si se entiende como fundamento del arte, a la creación, a la imaginación e invención, a la proyección de un mundo diferente. Desde esta perspectiva, el arte es rebelde por naturaleza, buscando un nuevo horizonte, que unos lo proyectan al porvenir, y otros lo encuentran en el pasado, condenando de una u otra manera al presente.
Pasado y futuro rondan en la perspectiva del arte buscando plenitud a la existencia. Se añora del pasado la unidad perdida, los lazos comunales (de "parentesco") entre semejantes y entre el hombre y la naturaleza del tiempo de los orígenes, y a la vez se vislumbra un futuro diferente, aunque no se tenga plena conciencia de ello.
Los ancestros del hombre actual, a la vez que parte integrante de la naturaleza, la parte más activa, "dialogaban" o se "comunicaban" con ella, en su mentalidad panteísta-animista, del modo más "normal" y cotidiano, inmersos en el sometimiento y la enajenación, de la cual atrevidamente intentaban a la vez compenetrarse y sacudirse, al inicio por mediación de los rituales mágico religiosos, donde ya aparecían elementos de lo que posteriormente serían las artes, la ciencia y la técnica, intentando compenetrarse y someter a la naturaleza, buscando mejorar su condición de vida, en armonía con ella.
Aun hoy, los hombres (modernos) del siglo veintiuno, "rememoran" -sin darse cuenta- el pasado primigenio, particularmente mediante la música y canciones, donde hacen referencia a la naturaleza -cielo, estrellas, luna, sol, mar, flores, ríos, animales, plantas, etc.-, como si se tratara de seres vivos y como si entendieran su mensaje.
El ser humano se resiste, inconscientemente, a romper definitivamente su cordón umbilical con la naturaleza, de la cual había sido parte pasiva, transformándose luego en la parte más activa. El parentesco en tiempo de los orígenes no era solamente entre semejantes (humanos), sino también con el universo (naturaleza) en su conjunto. La tierra era la madre y todo lo que existía en ella -animales y cosas- guardaba relaciones de parentesco con el hombre. (Por ejemplo existían relaciones de "hermandad" entre una persona y un árbol o un animal).
Todo ser humano tiene contacto con el arte desde las canciones de cuna, y aun antes, en el vientre materno, donde los estudiosos consideran que (el no nacido) puede percibir cotidianamente estímulos de diversa índole, entre ellos los artísticos.
Lo que hoy se considera arte, no siempre ha tenido la misma acepción y el mismo lugar en la sociedad. En sus inicios, cuando no era arte propiamente dicho (si lo comparamos con el arte actual), sus elementos se confundían en el mundo de la magia y la religión, siendo su función principal, mediante ritos y ceremonias, acrecentar su relación de "parentesco" con la naturaleza, intentando "domesticarla" para su bienestar utilizando sus recursos. Todos los hombres tenían o podían tener aptitudes artísticas, pero no existía arte propiamente dicho ... ni ciencia propiamente dicha, que van surgiendo y cohesionándose, diferenciándose entre sí paulatinamente, proceso que culmina con la aparición del capitalismo y de la sociedad moderna.
El arte surge con la vida, pero no todos los seres humanos tienen las mismas cualidades artísticas, por lo que, debido a diversas circunstancias, que van desde la predisposición natural, a las oportunidades que encuentran en la sociedad, ocupan un lugar determinado, de manera activa o pasiva en el hacer o percibir el arte.
Por su mismo carácter de creación que integra lo racional con el subconsciente, el espíritu de un pueblo, la identidad de un pueblo, vive o supervive y se proyecta, principalmente por sus artes, particularmente en sus creaciones más líricas, más íntimas, entre ellas la música, la poesía, las canciones.
En las culturas primigenias, las diversas actividades, entre las cuales estaban latentes los elementos artísticos, por ejemplo los rituales con danzas y canciones, tenían carácter colectivo, y las "creaciones" eran hechas las más de las veces, por diversas generaciones. El autor individual no sobresalía aún del ente comunal al cual pertenecía, ya que sólo existía en tanto parte de la totalidad hombre naturaleza.
Cuando surge la división social del trabajo y posteriormente hacen su aparición las clases sociales, el mundo de la colectividad se va desmoronando y van sobresaliendo individuos, entre ellos los brujos o hechiceros, que hacen de intermediarios entre la colectividad y la naturaleza, de la que a la vez forman parte, temerosos de sus fuerzas (lluvias, terremotos, movimientos de los astros, animales, montañas, ríos, etc.) a las que pretenden conjurar con sus rituales mágico religiosos, esperando literalmente lo que hoy conocemos como milagro: que cambien las cosas por mediación de poderes sobrenaturales y mágicos. Este elemento mágico, de esperar el milagro, sobrevive en rituales de las religiones actuales, sobre todo en los creyentes más ingenuos. Así, en la religión católica, se dice que el sacramento del bautizo, "borra" el "pecado original", o sino, el que confiesa sus pecados, luego de cumplir con alguna "penitencia" ordenada por el sacerdote, se purifica de ellos.
Ya con el establecimiento de sociedades claramente diferenciadas en clases, el arte se va no sólo diferenciando del quehacer cotidiano del conjunto social, sino también especializándose e individualizándose y el anonimato en las creaciones persiste en el conjunto social, como una tradición y recreación por ejemplo en festividades colectivas, pero sobre ellos surge el creador, el autor personificado en un individuo, que sigue siendo un crítico en potencia, progresivo o retrógrado respecto del orden imperante.
b.- La literatura peruana
La literatura, un arte basado en la palabra, oral o escrita, no escapa a los criterios expuestos, entre otras cosas, en que hubo una época donde no era literatura propiamente dicha, sino que elementos de lo que sería la literatura, estaban entrelazados con otras actividades y elementos en los rituales mágico religiosos, de los cuales fue emergiendo hasta alcanzar cohesión intrínseca propia, al igual que otras artes, en las sociedades modernas.
Mariátegui en su estudio de la literatura peruana hizo la distinción entre la "literatura propiamente dicha" que trajeron los conquistadores, y la literatura anterior aborigen, que se confundía con la religión y los rituales mágicos. Como se sabe, hasta hoy, su propuesta no ha tenido fortuna en los medios académicos, y al contrario la crítica, (incluyendo de "mariateguianos"), lo ha acusado no solamente de negar la existencia de las artes y literaturas orales precolombinas, sino de negar la cultura aborigen en general. En realidad una crítica sin ningún sentido, ya que Mariátegui, más que nadie en su tiempo, reivindicó a las culturas aborígenes en todas sus vivencias, elevándolas al grado protagónico del cambio al socialismo, en la revalorización de las comunidades campesinas subsistentes a inicios del siglo veinte.
El fundamento de los que critican a Mariátegui, es cuando dice: "La civilización autóctona no llegó a la escritura y, por ende, no llegó propia y estrictamente a la literatura, o mas bien, ésta se detuvo en la etapa de las aedas, de las leyendas y de las representaciones coreográfico-teatrales2".
Sin embargo, sus críticos no reparan en que, líneas después afirma: "La infancia de toda literatura, normalmente desarrollada, es la lírica. La literatura oral indígena obedeció, como todas, esta ley3". (El subrayado es nuestro).
En otras palabras, para Mariátegui, antes de la llegada de los conquistadores, hubo literatura oral, que aun no se constituía en "literatura propiamente dicha", ya que para eso, entre otras razones, a su criterio, debe existir escritura.
La cuestión está aclarada. La propuesta de Mariátegui no deja de lado las culturas aborígenes, menos su literatura oral. La falta de comprensión por parte de sus críticos, se debe en gran parte, a que sus propuestas o enunciados en Mariátegui son un esbozo, que no fueron desarrollados por su temprana muerte. Por otra parte, su obra fue silenciada cuando no tergiversada por la corriente stalinista (que intentó "Acabar con el Amautismo").
Lo que es pertinente aclarar, es de que la literatura propiamente dicha no se reduce a la escritura, como equivocadamente pensaba Mariátegui, sino que puede ser oral, siempre y cuando logre cohesionarse así misma, con sus métodos de creación autónoma, independientes de otras disciplinas y al margen de rituales mágicos religiosos. Si es así, es evidente que estamos ante una literatura oral "propiamente dicha". De lo contrario, si la literatura oral forma parte del mundo ceremonial de la magia y religión, donde también hay elementos de lo que posteriormente sería la técnica, la ciencia..., no constituye "literatura propiamente dicha". Pero la respuesta concreta se tiene que particularizar de acuerdo al devenir de las culturas. En el caso peruano antes de la llegada de los conquistadores, la literatura oral, en palabras de Mariátegui, estaba en la "etapa de las aedas, de las leyendas y de las representaciones coreográfico-teatrales", cuestión que ha sido corroborada por otros estudiosos.
(Por otra parte, está aún por descifrar el significado de los Quipus en la cultura incayca. Se suele aceptar que se limitó a ser un sistema contable, estadístico, pero hay cronistas, entre ellos el sacerdote jesuita Bernabé Cobo en su Historia del Nuevo Mundo, quien afirma que además de sietmas contables, eran registros del devenir social, es decir, de la historia social económica en sus diversas facetas. En el supuesto que esto sea cierto, no cambia la concepción sobre la "literatura propiamente dicha".)
Queremos plantear dos cuestiones sobre la literatura oral. La primera es la creada luego de la conquista española, en la lucha de resistencia contra el colonialismo donde, junto a la literatura escrita, por ejemplo de los Comentarios Reales de los Incas de Garcilazo de la Vega, se propaga una literatura oral, para perpetuar en la memoria popular el pasado autóctono, pero junto a este proceso y formando parte de él, surge una literatura oral anticolonialista, por ejemplo en los mitos y relatos revolucionarios mesiánicos y milenaristas que se propagan de generación en generación (por ejemplo Incarri). También adjuntemos aquí, a los cuentos, leyendas, .., trasmitidos de generación en generación. Dejamos la pregunta de si esta literatura oral, (que en gran parte es diferente a la literatura oral de antes de la conquista), puede ser catalogada de propiamente dicha.
Por lo demás, danzas y canciones para las labores agrícolas subsistieron tiempo después de la conquista, y hoy, en gran parte es rememorado, pero sin su función original, transformándose en parte del folklore y costumbres populares.
La otra cuestión que queremos hacer referencia, ligado a lo anterior, es de que no es necesario retroceder en el tiempo para verificar que la literatura no se reduce a lo escrito, sino que además, en sus formas elementales está inmerso en la oralidad, no solamente por la subsistencia de pueblos o regiones iletradas en el proceso de desenvolvimiento desigual y combinado, sino también por otra razón fundamental, de que el arte y la literatura está inmerso en la vida cotidiana del conjunto de la sociedad, (en sus formas elementales), por ejemplo en el tarareo de canciones, en las representaciones teatrales, en los recitales, en las fiestas populares denominadas "folklóricas", en los medios de comunicación, en los centros de enseñanza, etc., Universo a partir del cual emerge la literatura más elaborada. Pero hay que decirlo que la oralidad literaria de los tiempos primigenios no es lo mismo que la oralidad de los tiempos presentes (que es moderna).
La oralidad del arte en los países andinos actuales, se puede decir que está en gran parte dentro de lo moderno, en tanto su creador o sus creadores (que pueden ser anónimos), ya no forman parte del mundo mágico religioso, aunque en sus creaciones (en su "inspiración"), estén permeados de esa tradición, pero ya no existe el vínculo ritual afectivo, práctico, en la sociedad. Distinto es que supervivan rituales antiguos, desvinculados de la vida diaria, por ejemplo en ciertas festividades folklóricas, muchas de las cuales ya no tienen su significado original, sino que se han "modernizado", ya que su función no es estrechar vínculos con la naturaleza sino divertir, adquiriendo un carácter hedonista, aunque mantenga en gran parte sus rituales tradicionales.
Mariátegui se hacía la pregunta: ¿Desde cuándo existe literatura peruana? y explica que la literatura que trajeron los españoles, pensada y sentida como españoles, aunque escrita en el Perú o sobre el Perú, no es literatura peruana, sino parte de la literatura española en sus colonias, la que deja su estela en el colonialismo de la literatura y cultura que supervive durante la república.
El primer valor signo de la literatura peruana para Mariátegui es el Inca Garcilazo de la Vega, el autor de Los Comentarios Reales de los Incas, del cual dice que es "el primer peruano, sin dejar de ser español", resumiendo o sintetizando toda una concepción, donde la conquista "escinde" el devenir de desarrollo autónomo, [una ruptura en la continuidad], originándose otro proceso, donde dominadores (conquistadores) y dominados forman una unidad en las relaciones sociales, en la cual los dominados hacen suyo para liberarse, los elementos libertarios de lo autóctono y de la modernidad, constituyéndose en el "cimiento" (andino) en la formación de la nacionalidad, contrariamente a los dominadores que para perpetuarse en el poder, hacen suyo el lado siniestro y bárbaro de la modernidad bajo una mentalidad de casta racista.
¿Cómo definir a la literatura moderna? El arte y la literatura, al adquirir autenticidad, al emanciparse de los rituales y ceremonias del mundo mágico de las culturas primigenias, que servían de mediación para conjurar males o pedir dones a la naturaleza, adquieren sus propios métodos y técnicas en su creación. Desde esta perspectiva, podemos decir que lo que hasta ahora señalábamos, empleando palabras de Mariátegui, como "literatura propiamente dicha", es moderna, porque está disociado de la acción común de la colectividad frente a la naturaleza, al margen de que la mentalidad del creador esté inmerso en elementos mágico religiosos y al margen de que su creación sirva a fines progresivos o retrógrados.
Por lo general toda escuela o corriente nueva en la literatura, surge en rebeldía a los moldes establecidos y hasta al sistema imperante, aunque luego se asimile al sistema o el sistema logre asimilarlo, pero lo que vale es la calidad intrínseca de la obra literaria. Cuanto más plasme la inquietud de rebeldía en el plano estético, sobrepasará a su época como testimonio de su tiempo.
Una obra literaria se juzga en si misma de acuerdo a la percepción del arte y literatura, que en la modernidad tiene sus propios métodos y reglas. Incluso una obra puede resultar ajena a lo que quisieran sus autores. Se recuerda que Mayakovsky en Rusia escribió su obra poética Cientocincuenta millones, pensando ser el poeta de la revolución, pero, como lo señalara en épocas tempranas Trotsky4, su obra más lograda estéticamente y la que más contribuyó a cambiar los moldes establecidos, y por ende la más revolucionaria desde el punto de vista del arte, fue La Nube en Pantalones, donde el autor no pensaba en la revolución (política). Mariátegui alude al caso de Martín Adán5, a su criterio, un poeta vanguardista, representante en gran parte del "disparate absoluto", que pensaba escribir sonetos, en tanto utilizaba los moldes clásicos, pero en vez de sonetos, dijo Mariátegui, produjo el "antisoneto". Al igual que en la estrategia del caballo de Troya, Martín Adán se introduce en el soneto para destruirlo desde dentro.
El hecho de que el contenido de una obra sea ajena a lo que quisieran sus autores, se debe a que además de la técnica, en la creación, el elemento subjetivo, subconsciente, tiene un gran papel, especialmente en la poesía, que la mayoría de mortales no puede traducirlo en una obra de arte. Mariátegui decía al respecto, que antes de que Sigmund Freud diera a conocer su teoría (psicoanálisis), la literatura se había adelantado en reivindicar el subconsciente en sus creaciones y que la genialidad de Freud, fue captar la inquietud de su tiempo, al anunciar o "descubrir" un fenómeno latente 6.
Mariátegui7 ponía en evidencia que el capitalismo lo ha convertido todo en mercancía, incluyendo a las obras de arte, por lo cual los artistas se "vengan" denigrando a la sociedad burguesa, de manera progresiva o retrógrada. Viendo un futuro diferente en una sociedad socialista, o volviendo los ojos al pasado, pensando que la aristocracia feudal trataba mejor al artista. La conclusión de Mariátegui era que la sumisión (o servidumbre) a la burguesía o a la antigua aristocracia, vale lo mismo, es decir, es denigrante para la condición humana.
Una obra de arte, proseguía Mariátegui, tiene un valor intrínsico (artístico), y un valor fiduciario. Lo primero radica en la valoración del arte según sus propias reglas estéticas; y lo segundo, el valor fiduciario, se obtenía de acuerdo a los vaivenes de la oferta y demanda en el mercado capitalista. De allí que algunas obras mediocres pueden tener un alto costo fiduciario por la promoción por parte de los mercaderes y también en razones estrictamente políticas, porque el estado burgués interviene para promocionar ciertas obras. Este fue el caso de la proliferación en serie de una literatura "populista" en Francia8, para contrarrestar la valía de obras progresivas o revolucionarias, estéticamente mejor logradas.
Toda mercancía en el capitalismo tiene un valor de uso y un valor. El valor de uso está en lo útil o necesario que pueda ser para el consumidor o la sociedad, mientras que el valor, está calculado de acuerdo el tiempo socialmente necesario para producirlo. Desde esta perspectiva, un par de medias puede tener el mismo valor que un martillo, siempre y cuando se haya empleado igual tiempo de trabajo en todo el proceso productivo, es decir, desde la producción de la materia prima hasta los acabados. Partiendo de esto, el capitalista lo ubica en el mercado, con un precio que contenga su ganancia o plusvalía, que es el trabajo no pagado al obrero. Sin embargo, los precios fluctúan en el mercado, de tal modo que unas veces ganan más y otras menos. Los que mejor se aseguran superganancias, son las transnacionales, que imponen precios con sobreganancias monopólicas, ya que tienen el control de la producción y de los mercados. Hoy en día el ejemplo más claro al respecto, es el (sobre) precio del petróleo y derivados, que es igual en todo el mundo, sin repetar las leyes anti monopolios en todos los países..
Para el caso de la producción del arte, sobre todo en literatura, poesía y pintura, a veces se utiliza algunos minutos, horas o días de inspiración, y otras veces puede tardarse años para plasmar una obra que puede ser genial o mediocre, no existiendo una medida social media, basado en el "tiempo socialmente necesario para su producción".
(La "ley (teoría) del valor" que rige el proceso económico que desemboca en el capitalismo, ha estado y está al margen de gran parte de la artes desde sus remotos orígenes. Esta es una de las vetas donde podemos encontrar luces para la superación en una sociedad futura de la ley del valor en la economía tal cual la conocemos.)
En el panorama de la literatura occidental, el romanticismo es la escuela o corriente signada como la encarnación de la protesta anticapitalista (progresiva o regresiva), y de reivindicar por antonomasia la autonomía del arte, con su proclama conocida del "arte por el arte", porque no querían comprometerse con un régimen que lo ha convertido todo en mercancía. Surgido en Europa entre los últimos vestigios del feudalismo y al naciente capitalismo, los románticos culminaron la tarea de emancipar la creación artística de toda tutela y de intentar plasmar en sus obras, lo que consideraban lo más auténtico y humano. Las vanguardias en el siglo veinte, y dentro de ellas, los surrealistas, fueron sus principales émulos que, reivindicando el inconsciente (psicoanálisis) en la creación, buscaron no "contaminarse" de la racionalidad burguesa capitalista. Entre lo "nuevo" que intentaron introducir, fue lo que llamaron la " escritura automática", (al margen del razonamiento), pretendiendo negar así, a los valores que sirvan para legitimar al sistema.
Vano intento de románticos y surrealistas, que cuanto más pretendieron emanciparse de la realidad, su protesta siempre tuvo de escenario la realidad, en su aspecto progresivo o retrógrado, sirviendo en mayor o menor grado, a una u otra clase en conflicto. Los románticos, en primera instancia, se adhieren a las luchas contra el oscurantismo feudal, y cuando adviene el orden burgués, en tanto perennizaba las injusticias, lo condenan, unos en nombre del pasado, añorando el régimen aristocrático, y otros, en nombre del futuro, esperando una sociedad sin clases, sin opresores ni oprimidos. Los surrealistas, que desde sus inicios se consideraban revolucionarios, intentando contribuir a la transformación social con su arte, luego de un inicial rechazo a enrolarse activamente en una organización partidaria para la acción política, en su mayoría se adhirieron a las ideas marxistas y no pudieron sustraerse a los desgarramientos en su seno. Mientras unos se doblegaron ante la burocracia stalinista, abdicando de sus concepciones estéticas, porque en Rusia el surrealismo y las vanguardias eran perseguidas, los más firmes en sus convicciones libertarias, teniendo entre ellos a su máximo caudillo André Bretón, se adhirieron a las ideas del revolucionario más perseguido y calumniado del siglo veinte, nos referimos a León Trotsky.
En cuanto a la "escritura automática", a decir verdad, si se habla de escritura, se habla de cultura, de milenios de cultura, donde la escritura ha servido y sirve para perpetuar y proseguir en el devenir humano en su aspecto progresivo y regresivo. El intento de los surrealistas de negar todo, es parte de la mentalidad iconoclasta y rebelde. Pero a los artistas, en ciertas ocasiones, no vale pedirles concepciones coherentes, para eso están los filósofos y científicos.
Lo que si es necesario reivindicar de ellos, es su obra de arte, y en esto, los surrealistas contribuyeron a renovar el arte y la cultura. Mariátegui reivindicó su obra artística y su modo de vida rebelde, que cuando se dieron cuenta que no podían rehuir de la política se adhieren a la revolución. "Autonomía del arte sí, pero no clausura del arte. Nada les es más extraño que la fórmula del arte por el arte. El artista que, en un momento dado, no cumple con el deber de arrojar al Sena a un Flic de M. Tardieu o de interrumpir con una interjección un discurso de Bríand, es un pobre diablo9".
d.- Las tres vertientes en la poesía mundial y la periodización de la literatura peruana según Mariátegui
En relación a Martín Adán, el empleo del término "disparate absoluto", tiene sentido por la división renovadora dentro de la crítica literaria que hace Mariátegui sobre la poesía, en tres vertientes que conviven en el siglo veinte: épica revolucionaria, lirismo puro y disparate absoluto10. "Más que tres categorías propiamente dichas me he esforzado por imaginar o reconocer tres tallos, tres especies, tres estirpes [...] Todo lo que signifique algo en la poesía actual es clasificable dentro de una de estas categorías que superan todos los límites de escuela y estilo".
Inmerso en un mundo en transición de las sociedades clasistas a las sociedades sin clases, Mariátegui decía que la épica revolucionaria, es el canto a la gesta de las muchedumbres por el cambio libertario; el lirismo puro se bifurca entre el ochocentista, liberal, de culto al yo, entre los cuales menciona a la obra de Rainer María Rilke y de Sergio Essenin; y el lirismo caracterizado por el subjetivismo exacerbado y la exaltación megalómana del yo que conduce a su negación, representado por Bergson y Proust. En el disparate absoluto se dan la mano la exasperación y negación del yo racional, con los juegos, las provocaciones, de mentalidades iconoclastas, que conduce literalmente al "disparate absoluto", siendo el ejemplo más notorio el dadaísmo, cuyas "creaciones", si no son comprensibles, alega Mariátegui, no hay que reírse de ellas, ya que para los artistas se trata de cosas serias. Estas tres vertientes no emergen y se muestran solas, sino que en una obra de arte puede encontrarse las tres a la vez, como en Essenin, aunque más tiende al lirismo.
Igual de importancia tiene la concepción de Mariátegui, de que la literatura y cultura nacional en un territorio de desarrollo relativamente autónomo, todos los fenómenos aparecen de manera orgánica, ya que emergen de sus contradicciones internas. Distinto es el proceso cultural en un territorio incorporado a la economía y cultura universal mediante una conquista como el caso del Perú, Bolivia y Ecuador, donde la cultura [oficial] de los conquistadores es inorgánica, impuesta, [al igual que sus gobernantes los virreyes]. En estos pueblos surge como efectos de la conquista la dualidad racial cultural, que no se presenta en otros países, por ejemplo en Argentina, que en el siglo veinte ya cuenta con una "personalidad nacional".
"Una teoría moderna -literaria, no sociológica- sobre el proceso normal de la literatura de un pueblo distingue en él tres periodos: un periodo colonial, un periodo cosmopolita, un periodo nacional. Durante el primer periodo un pueblo, literariamente, no es sino una colonia, una dependencia de otro. Durante el segundo periodo, asimila simultáneamente elementos de diversas literaturas extranjeras. En el tercero, alcanzan una expresión bien modulada su propia personalidad y su propio sentimiento. No prevé más esta teoría de la literatura. Pero no nos hace falta, por el momento, un sistema más amplio11".
Es importante señalar que Mariátegui habla de un "proceso normal" de la literatura en un pueblo conquistado, ya que otras expresiones como "proceso anormal" llevarían al equívoco de pensar que lo "normal" solamente se circunscribe a determinado molde (europeo), por el que tendrían que pasar todos los pueblos conforme a una concepción vulgar, evolucionista.
Lo nacional en literatura para Mariátegui tiene su acepción, ya que una literatura estrictamente nacional, confinada a un territorio, es imposible en un mundo de economía internacionalizada y en constante proceso de internacionalización de la vida y costumbres, con sus virtudes y sus lacras. Por tanto, un valor nacional, lo es también de la literatura universal. El ejemplo de Borges en la literatura argentina es elocuente. Mariátegui dice que su cosmopolitismo no implica perder sus raíces "gauchas". Igual sucede con Vallejo en la poesía peruana, donde lo autóctono, lo indígena, adquiere por sus dotes artísticas, alturas universales.
Los tres periodos establecidos no anulan las escuelas o corrientes en la literatura, (regionalismo, naturalismo, romanticismo, realismo, simbolismo, vanguardismo, etc.). Sus valores signos se pueden ubicar en uno o varios de ellos. Por ser una propuesta estética literaria, estos periodos no guardan relación mecánica con la dominación política, ya que la república independiente data de 1821, pero el colonialismo cultural subsiste. Tampoco la lucha por una cultura nacional implica repudio a toda la cultura de España (u otros países), sino solamente al sentido colonialista que adquiere. Es necesario reivindicar el legado autóctono y universal para la creación de un Perú nuevo, incluyendo el legado de la cultura (literatura) española, pero no quedarse allí, de acuerdo a las palabras de Manuel Gonzáles Prada que Mariátegui hace suyo: "Volvamos lo ojos a los autores castellanos, estudiemos sus obras maestras, enriquezcamos su armoniosa lengua; pero recordemos constantemente que la dependencia intelectual de España significaría para nosotros la definida prolongación de la niñez12 ".
No nos equivocamos en reconocer que la propuesta de Mariátegui en la periodización de la literatura se puede generalizar a todo pueblo de cierto desarrollo cultural, que ha sido conquistado e incorporado al sistema económico mundial, que tuvo inicialmente como centro a Europa. Igual de validez es su tesis sobre la clasificación de la poesía en épica revolucionaria, lirismo puro y disparate absoluto.
Incluso países que no han sido conquistados, pero han quedado rezagados en su devenir respecto al occidente capitalista del cual forman parte, entre ellos Rusia, en su literatura, a decir de Trotsky, luego de un periodo imitativo, donde emergieron "duplicados rusos" de genios extranjeros, surge una literatura nacional rusa, inmersa en la cultura mundial. "Hasta Gogol la literatura rusa pretendía existir. Desde Gógol existe. El le dio existencia, enlazándola para siempre con la vida. En este sentido, fue el padre del realismo o escuela naturalista, cuyo padrino fue Belinski13".
Mariátegui no logra desarrollar plenamente sus propuestas, que en el caso del advenimiento de la literatura nacional en el Perú, coincide con la emergencia de nuevos sectores sociales a la vida política: clase obrera y capas medias que, unidas a los campesinos, cambian la faz socio política del Perú. La literatura nacional en el Perú -con las excepciones que confirman la regla- surge como parte de un gran movimiento nacional popular para el cambio. Todos sus representantes, en forma activa o pasiva, dejaron sentir en su obra, la emoción de su tiempo. Y si muchos se arrepintieron de su inicial rebeldía, su obra queda de testimonio que dieron su voto por el porvenir.
Considerando que las clases dominantes en el Perú han sido y son clases sin historia, porque sus intereses particulares (privados), no confluyen con los intereses del conjunto de la sociedad, quedando al margen de una voluntad nacional popular para el cambio, se explica que la rebeldía de los artistas, de los creadores, sea múltiple y visible.
La etapa previa a la literatura nacional, el cosmopolitismo, sirvió de puente, con la asimilación de diversas vertientes de cultura además de la española. Esas vertientes la mayor parte de tiempo en la colonia estaban prohibidas, aunque en ciertos periodos entraron de contrabando. Con la república se abren las fronteras, pero avasallaban, dando como resultado solamente duplicados de los creadores extranjeros, cuando no imitadores de segunda categoría inmersos en el colonialismo, ya que no dejaban de añorar los tiempos de la dominación española. Surgieron excepciones, pero no tuvieron organicidad y por tanto no tuvieron continuidad.
La explicación del surgimiento de una literatura orgánicamente nacional en el siglo veinte, lo tenemos que explicar por el cambio en la correlación de fuerzas sociales. En siglos anteriores, la rebeldía, las luchas y gritos de protesta, aparecían aislados, sin las fuerzas sociales que cohesionen y se concreticen en un proyecto, cuestión que aparece en el siglo veinte con las nuevas fuerzas sociales y la ampliación de la vida política cultural, (escuela, nuevos medios de comunicación, organizaciones políticas, etc.) de tal modo que las creaciones surgen como corolario del devenir (de la vida) de una sociedad inmersa en sus contradicciones, pero siendo parte de un solo proceso mundial.
Anteriormente hubo valores signos nacionales que no encontraron continuidad. Mencionemos por ejemplo a Garcilazo de la Vega, Mariano Melgar, Ricardo Palma, entre otros, que Mariátegui los redescubre y reivindica como parte de la cultura nacional popular. Su presencia o aparición hay que explicarlo como parte del proceso de universalización o globalización de la cultura y sus raíces que se entroncan en una sociedad concreta, donde carecen de continuidad. Lo nacional y universal se consustancian.
Una obra puede contener alto valor estético literario y sin embargo, representar el pasado, el colonialismo. Recordemos por ejemplo, que Mariátegui reconocía el valor artístico en la Poesía de José Santos Chocano (Lima 1875-Santiago de Chile 1934), y sin embargo, por su añoranza a la colonia y los virreyes, aun representa la literatura colonial, al igual que gran parte de la literatura después de la independencia contra España, por la subsistencia de la feudalidad o semifeudalidad y por la mentalidad colonial de casta impregnada en la sociedad14.
e.- El modernismo en la literatura americana
Sin saberlo y sin quererlo, la critica literaria académica rinde homenaje a Mariátegui, al valorar al "modernismo", aparecido en América entre fines del siglo diecinueve y principios del veinte, sino como lo genuino, como un proceso de emancipación respecto a las literaturas extranjeras, ya que lo anterior, se entiende, no fue genuinamente americano.
El modernismo, más que una escuela, fue un movimiento, ya que "aclimató" a tierras americanas, diversas formas europeas, principalmente el simbolismo y el parnasianismo franceses. No hicieron grandes manifiestos, pero lograron dar autonomía en sus creaciones bajo moldes europeos, "americanizándolos". Desde esta perspectiva estética, fueron modernos en sus creaciones, en tanto reconocían que la creación artística tiene sus propias reglas y métodos, a partir de los cuales, hay que juzgarlos. En tanto se premunieron de diversas vertientes de la cultura europea para cohesionar su creación, fueron cosmopolitas, y como tales, contribuyeron a la emancipación de las letras de América, dejando de ser duplicados de las europeas.
Rubén Darío (1867-1916), el poeta modernista por excelencia de la lengua castellana, como todo gran poeta, desde sus inicios declaraba su incomprensión, o mejor, su inconformidad, con la realidad que lo circundaba, a la que detestaba, conforme confesó en unas palabras previas a sus Prosas profanas (1896), para justificar a las princesas, hadas, reyes, países lejanos, cisnes... personajes de sus creaciones, que le servían como forma de evasión y de protesta a la vez. Políticamente, como a toda su generación, le impactó la forma en que la prepotencia (armada) del joven imperialismo de Estados Unidos de Norte América, marginó a las fuerzas rebeldes cubanas en su independencia (1898) contra el dominio español, una de las razones fundamentales para la aparición, entre los intelectuales desde inicios del siglo veinte, de una mentalidad anti yanqui en América Latina, cuyo principal adalid en el campo de las letras, además de José Martí (1853-1895), el héroe cubano, fue José Enrique Rodó (1872-1917), con su obra Ariel, donde frente a la fuerza material del imperio del norte, oponía la fuerza moral espiritual de los latinoamericanos.
Sin embargo, del movimiento modernista, conforme al tono iconoclasta y de denuncia de Luis Alberto Sánchez (1900-1994) en su Balance y liquidación del novecientos 12 (publicado en la década del treinta del siglo pasado), a pesar de su rebeldía que se quedaba en la lírica, en su mayoría, políticamente, abjuraron de ella y se adscribieron al orden establecido, incluso cantando loas a las tiranías. Pocos se salvaron del "balance" (acusador), entre ellos, Rodó, pero no por su posición política que consideraba reaccionaria, (pertenecía al Partido Colorado), sino por su modestia en su modo de vida.
La acusación (iconoclasta) de Sánchez forma parte de una nueva generación, cuando las luchas sociales en América Latina se proyectan al socialismo y se tiende a hacer el ajuste de cuentas con el pasado, incluyendo al modernismo, (conocido también como "novecentismo" o "arielismo" y peyorativamente como "torre de marfil", "canto del cisne"), en su accionar político y en su creación artística literaria.
Cada periodo tiene su propia permeabilidad ante los acontecimientos, y en el debate, generalmente se extreman las diferencias. Si es cierto que en cuanto a política, los modernistas proyectaron más que todo una actitud lírica frente a las injusticias, en su arte, renovaron la poesía española, preparando el terreno para la afirmación de una nueva mentalidad literaria en movimientos aparentemente disímiles como el indigenismo y las vanguardias en América.
El máximo exponente del modernismo en el Perú fue José Santos Chocano, reconocido como el "cantor de América". De gran elocuencia en su creatividad, combinaba indistintamente el canto a la naturaleza y a los conquistadores, a los incas y a los reyes de España. Sus dotes artísticas son reconocidas. Sin embargo, no representó en cuanto a mentalidad, una ruptura con el colonialismo, pero si representó la modernidad en cuanto a su creación. A él pertenece la frase "O me encuentro camino o me lo abro". Para Mariátegui (en los 7 Ensayos), a diferencia de los "novecentistas" peruanos, entre ellos Riva Agüero, que representan a los encomenderos y a la burocracia impuesta por los españoles, Chocano representa a la conquista y al espíritu de aventura de los españoles.
Esta apreciación de Mariátegui -de un colonialismo supérstite en la poesía de Chocano- ha sido corroborada por otras opiniones. Por ejemplo, en el prólogo de Miguel de Unamuno (1864-1936)16 para Alma América (1906), el segundo libro de poesía de Chocano, critica su ampulosidad con disimulo. Pero cuando el poeta en sus versos muestra descarada sumisión a los reyes de España, pidiendo a cambio "sartas de cuentas de cristal", el escritor español comenta: "La musa americana no debe contentarse con sartas de cuentas de cristal. Hartas de ellas le hemos dado; demasiadas chucherías de quincalla hemos mandado para allá. Y así nos va, y así estamos pagando al desdén con el desdén".
Para el mismo libro, Rubén Darío17 escribió un "Preludio" en verso que terminaba así:
¿Me permites Chocano, que, como amigo fiel,
te ponga en el ojal esta hoja de laurel?
Tal dije cuando don José Santos Chocano,
El preludio se publicó, pero sin los dos últimos versos, talvez porque Chocano presintió una crítica -que le pareció excesiva- por parte de Rubén Darío.
f.- El indigenismo en la literatura peruana
Conceptualización
De las escuelas o corrientes en literatura del periodo nacional, resalta el indigenismo, en cuyo devenir, luego de la liquidación de las elites indígenas, en la segunda mitad del siglo dieciocho al ser derrotada la revolución de Túpac Amaru, encuentra nuevamente organicidad en el siglo veinte, pero sus causas se remontan a la época de la conquista, a los inicios de la resistencia frente a los invasores y encuentra sus fuentes, sus raíces, en las culturas autóctonas y en el legado libertario de la modernidad.
En el sistema colonial instaurado, lo "nuevo" en las relaciones entre los hombres, es de que a la explotación económica y a la opresión cultural, aparece el racismo -de larga data en Eurooriente- para legitimar el dominio. El universo de opresores y oprimidos se legitima en el cotidiano devenir por el color de la piel (y el "biotipo"), originando lo que Mariátegui llamaría "dualidad racial cultural emergida de la conquista18" y cuyos resabios se prolongan al siglo veintiuno. Los vencidos luchan no solamente por sacudirse del yugo de la explotación económica, sino también de la opresión cultural y de la discriminación racial. En este contexto surge la resistencia y rebeldía expresada en la reivindicación de lo indígena, en todos los terrenos, a cuya expresión artística (cultural), con el correr del tiempo, se le ha dado en llamar indigenismo, el cual se ha ido configurando y cohesionando sucesivamente, de acuerdo a la correlación de las fuerzas sociales. La última configuración fue a partir de inicios del siglo veinte, inmerso en una voluntad de cambio, confluyendo y en devenir paralelo con otros fenómenos, entre ellos la emergencia a la vida nacional de nuevos sectores sociales (clase obrera y capas medias), una nueva visión de la política (socialismo, marxismo) y nuevos elementos artísticos (las vanguardias), siendo por tanto una corriente moderna en su expresión literaria, y en cuanto a su proyección social, en su generalidad, es libertaria.
Cuando hablamos de indigenismo, lo hacemos del movimiento artístico cultural que reivindica al universo andino, cuyos exponentes, o sus creaciones, a veces tienden a dar una visión "realista" de lo que sucede en el mundo andino, otras veces se alejan de ese verismo, pero sus raíces están en lo andino, extendiendo su espectro a otras latitudes, incluso en el ámbito internacional (en los "peruanistas").
No confundir el devenir del mundo andino, heterogéneo, donde lo progresivo y arcaico o retrogrado conviven como en toda sociedad, con el movimiento cultural (indigenismo) que emerge de su seno y tiende a representarlo.
En un capítulo anterior hacíamos alusión a clases sociales con historia y clases sociales sin historia. Las primeras se caracterizan porque sus intereses particulares (privados) logran confluir en gran parte con los intereses generales de la sociedad, mientras que en las segundas, sus intereses no coinciden con los intereses generales de la sociedad. A los movimientos y/o corrientes culturales igualmente se les puede catalogar en el mismo sentido. A veces sus propuestas o sus obras confluyen con el interés general, coadyuvando a mejorar la condición humana, dignificando la existencia, otras veces van contra los intereses generales de la humanidad. En todo movimiento cultural existen las dos vertientes, primando una de ellas. Todo depende de la organicidad en los grupos, estratos, clases sociales o nacionalidades que encarnen esos ideales. En el movimiento indigenista tiene primacía el aspecto progresivo, siendo por tanto una corriente con historia.
En el devenir de la humanidad, por lo general las propuestas libertarias, de cambio, de lucha por dignificar la existencia, se han encarnado en las entrañas de las clases dominadas y oprimidas. No es casual entonces, que la reivindicación de la cultura andina, entre cuyas expresiones está lo que se conoce como indigenismo, adquiera en su núcleo central, caracteres libertarios, tanto los recogidos de las tradiciones milenarias originarias, de cooperación, ayuda mutua, solidaridad, reciprocidad, planificación económica..., como también de valores libertarios modernos de la cultura universal.
La modernidad no es una receta que se pueda importar, menos un mandato divino, sino que adviene en las relaciones entre los hombres, es decir, en las relaciones sociales, de acuerdo a las especificidades nacionales (o territoriales). Las clases sociales y las diversas nacionalidades (cuando las hay), cumplen una labor progresiva o arcaica.
Las clases o elites con historia no necesariamente son los creadores o promotores de los elementos progresivos en el devenir, pero en sus aspiraciones libertarias tienden a confluir con esos elementos. Sin embargo, esto no impide que en su seno surjan o permanezcan tendencias conservadoras o arcaicas, que a veces logran neutralizar el movimiento libertario. En cuanto a los movimientos culturales, están inmersos en esas contradicciones, con el predominio de una de las tendencias (progresivas o retrógradas).
A la colonia, a partir del cual surge lo que hoy es el Perú, hay que entenderlo como una totalidad inmersa en el sistema económico mundial, donde los conquistadores, junto a elementos premodernos (arcaicos), hicieron suyo los elementos retrógrados, oscurantistas y bárbaros de la modernidad, ya que solamente así podían ante el mundo y ante si mismos, legitimar las atrocidades que cometían, mientras que la vertiente andina, para liberarse, fue haciendo suyo, en gran parte por mediación de los "indigenistas", de los elementos progresivos de la cultura aborigen y universal, incluyendo a la modernidad en su acepción justiciera y libertaria. Igualmente el devenir de dominantes y dominados (conquistadores y conquistados), se va reconfigurando, cambiando, constantemente, formando parte del sistema económico mundial de acumulación de capital cuyo centro inicial fue Europa, en un desarrollo desigual y combinado. No entender esto, da como resultado una visión estereotipada, fosilizada, arqueologizada (inmóvil) del devenir y de la historia.
El indigenismo no se guía por caudillos o manifiestos en el sentido tradicional de otras escuelas de arte y literatura, porque es mucho más que una corriente de arte, es un movimiento polifacético, englobando en su devenir a diversas tradiciones que reivindican al universo andino, promoviendo y reivindicado una cultura. Aquí está la explicación de su larga duración y de su proyección futura, ya que, como diría Mariátegui, la nacionalidad peruana se está construyendo sobre cimiento andino.
Los indigenismos
Ha sido evidenciado por diversos autores, que el espectro del indigenismo abarca desde el paternalismo de los que se compadecen del indio, a los más "radicales", que incluso adoptan una actitud jingoísta de rechazo a la cultura occidental. Además de ellos, Mariátegui (en los 7 Ensayos) ponía en evidencia a los artistas que en razones de un público (europeo) que busca lo exótico, hacían sus creaciones basados en los pueblos autóctonos como el incario. Espiritualmente no son partícipes del mundo andino, pero lo publicitan en sus obras.
Podemos agregar como otra vertiente, a los pensadores europeos del renacimiento y la ilustración que tuvieron como sustento para sus ideales libertarios a la sociedad incaica, de la que tuvieron noticias por mediación de los viajeros, los cronistas y escritores como el Inca Garcilazo de la Vega.
A los renacentistas se suman en siglos posteriores, los "peruanistas" extranjeros, que se abocan al estudio de los problemas peruanos, entre ellos los indígenas, convirtiéndose muchos de ellos, en admiradores de su cultura.
En esta apreciación se delimita el movimiento indigenista, al que se cohesionó a partir de las primeras décadas del siglo veinte y es evidente la diversidad de matices, que a veces diluyéndose y otras confirmando y ampliando de su sentido original, aún persisten hasta la actualidad.
Sin embargo, si bien es cierto que hay continuidad en lo que se llama indigenismo desde sus orígenes, en tanto tiende a reivindicar a una cultura, debemos aclarar también que dentro de la continuidad hay diversidad a través del tiempo.
Mencionemos aquí dos diversidades o modalidades de larga duración dentro de la continuidad. La primera, abarca desde la conquista hasta la derrota de la revolución de Túpac Amaru (1780), donde la reivindicación del mundo indígena, o de lo que quedaba de él -que los conquistadores no pudieron (en palabras de Mariátegui) ni exterminarlo ni asimilarlo-, forma un núcleo o bloque central teniendo en el vértice, como símbolo, a los supervivientes de la nobleza inca, que conformaban en la estructura de la colonia, el estamento ("república") de indios, en contraposición al estamento ("república") de los españoles. Aclarando que junto al estamento (o "república") de españoles, se incluía a los esclavos negros, que sobre todo en los inicios de la conquista actuaron de "auxiliares", aunque con el correr del tiempo, y en los hechos, su posición se adscribe a la "república de indios".
Con todas sus contradicciones, los vencidos tienden a cohesionarse en la lucha de resistencia anticolonialista, combinando elementos originarios traducidos en los mitos mesiánicos y milenaristas, entre ellos, la vuelta al Tawantinsuyo, al que tenían por una sociedad justa; con elementos libertarios de la cultura occidental que van haciendo suyos, además del intento de perpetuar su cultura. Los supervivientes de la nobleza inca cumplen una labor progresiva, demostrando ser una elite (o clase) con historia, ya que sus intereses particulares logran confluir con los intereses de las mayorías, incluyendo a parte de los criollos (descendientes de los españoles) descontentos de la metrópoli. Se trataba de un (incipiente) bloque histórico nacional popular (para emplear el concepto de Antonio Gramsci) hegemonizado por la vertiente andina, que desemboca en la revolución (derrotada) de Túpac Amaru en la segunda mitad del siglo dieciocho (1880). (Muchos califican como "incaísta" a la gesta de los descendientes de la nobleza inca. Aquí no es el lugar para dilucidar cuestiones de terminología).
Disgregado el bloque indígena con la derrota de la revolución de Túpac Amaru, en tanto la vertiente criolla y posteriormente con la república, los "liberales" (criollos) tienen mentalidad de casta, (que en política se representan ellos mismos, de manera corporativa), el universo andino tiende a disgregarse políticamente en particularismos, en reivindicaciones locales o regionales, y cuando intentaban elevarse a las alturas de la política, lo hacían bajo el mesianismo y el milenarismo, de una vuelta al Tawantinsuyo, que en si mismo, no constituye un programa que aglutine al conjunto de la sociedad. Los movimientos de este género desembocan en insurrecciones, entre fines del siglo diecinueve y principios del veinte, en los instantes en que hace su aparición política la clase obrera peruana. Posteriormente el mesianismo y milenarismo persiste en la mentalidad de amplios sectores, pero no logra cohesionarse en un movimiento propio, sino como complemento o parte de propuestas políticas modernas, formando parte de un movimiento nacional popular más amplio rumbo al socialismo.
Entramos así al segundo cambio en la diversidad dentro de la continuidad del indigenismo, que se cohesiona a partir de las primeras décadas del siglo veinte, con la aparición en la escena política, de la clase obrera, capas medias, que junto a las luchas campesinas y del conjunto de explotados, cambian la faz sociopolítica del país, comenzando un renacer, una modernidad orgánica peruana, en su acepción libertaria y justiciera, que en política tiene su expresión principal, en el marxismo enarbolado por Mariátegui y por el primigenio movimiento aprista (que también se reclamaba marxista).
En esta tarea, junto a la reivindicación de las ideas libertarias de la cultura occidental o en gran parte debido a ellas, se reivindica en forma coherente, a las culturas aborígenes, emergiendo a primer plano el indigenismo, que a diferencia del pasado (época colonial que tenían de símbolo a las elites supervivientes de la nobleza inca), en su núcleo central, enarbola una visión socialista para la auto emancipación de las masas indígenas, inmersos en las contradicciones de clases a nivel nacional e internacional. Paralelamente o antecediendo a los planteamientos políticos, aflora una gama de expresiones artístico literarios, de diversas corrientes, incluyendo vanguardistas, muchas de las cuales se alzan a las alturas de la cultura universal.
La diferencia fundamental entre una y otra modalidad (es decir, en la colonia y en el siglo veinte) en el movimiento indigenista, está dado en que la primera está inmersa en una sociedad en la cual, las relaciones sociales se basan en estamentos y castas, donde la reivindicación del universo andino adquiere en generalidad esa mentalidad, teniendo a la postre como símbolo a la elite sobreviviente de la antigua nobleza inca, lo cual no implica reconocer que esa vertiente ya formaba parte de lo progresivo de la modernidad en la colonia. Y la segunda modalidad, desde inicios del siglo veinte, está inmersa en la aparición orgánica de las luchas sociales modernas, que alcanzan ámbito mundial, sintetizado en capitalismo y socialismo. El indigenismo en su núcleo central opta por el socialismo y sectores minoritarios por el capitalismo y hasta hubo los que intentaron perennizar las relaciones precapitalistas subsistentes (en las haciendas andinas).
La diversidad en la continuidad de las dos modalidades aludidas forma un solo proceso que ha tenido y tiene cambios en el tiempo.
Trascendiendo las divisiones anteriores, el poeta puneño Omar Aramayo, reconociendo al indigenismo en constante movimiento y cambio, que no se enclaustra en el tiempo, sino que deviene inmerso en las contradicciones de la sociedad, ha decir de José Tamayo Herrera, "distingue las siguientes formas de indigenismo: Aquella que pretende el retorno al Tawantinsuyo, otra que se da en el dolor y vive en represión, otra objetiva que usa métodos científicos contemporáneos y una cuarta, la de los proféticos, los alucinados y los utopistas19". Hacemos esta mención porque consideramos que esos elementos del indigenismo están presentes desde sus orígenes a nuestros días. Junto a la mitología, al mesianismo, a la proyección futura, está la búsqueda o explicación coherente ("racional") del fenómeno para traducirlo en un movimiento.
¿Indigenismo o indígena?
¿Indigenismo o indígena? Esta contraposición ya lo encontramos en los 7 Ensayos de Mariátegui, donde se argumenta que la literatura indigenista es producida por intelectuales ajenos al medio indígena (por los "mistis", elementos urbanos medios de las ciudades andinas) y que la literatura indígena, "en caso de venir", en palabras de Mariátegui, lo producirán los propios indios.
Pero en la misma obra, además de mencionar diversas posturas de los que se ocupan del mundo andino, Mariátegui hace la distinción entre la obra de Luis E. Valcárcel, Tempestad en los Andes, que proviene de las entrañas del mundo andino, y la obra -Cuentos Andinos- de Enrique López Albujar, costeño, que mira al mundo andino desde fuera. Es decir, hay intelectuales que miran o sienten lo andino desde fuera, y hay quienes miran y sienten lo andino desde dentro.
Lo anterior nos permite dar una explicación más coherente. Ambas vertientes forman una unidad, cuyo núcleo central, que da vida al movimiento, son los surgidos en el seno de lo andino, expresando sus vivencias desde dentro, expandiéndose ese sentimiento al ámbito nacional e internacional (en los "peruanistas"), que confluyen, a veces formando un todo, con diversas expresiones venidas desde fuera del universo andino.
Pero ¿como denominarlos como movimiento?. Nosotros utilizamos (aquí) indistintamente, con el mismo significado, "indígena" e "indigenismo", aunque lo de "indígena" (por su terminología) correspondería más a su núcleo central. También lo que muchos estudiosos mencionan como "incaísmo", donde incluyen a la mentalidad que promovió la revolución de Túpac Amaru, lo damos el mismo significado, considerando que forman parte de un solo proceso, que en el devenir cambia, teniendo de trasfondo al mundo andino. Por eso hacemos alusión a la diversidad en la continuidad (entre el "incaísmo" y el indigenismo).
En una de sus cartas Hugo Blanco20, desde la Isla Penal "El Frontón", donde cumplía una condena de veinticinco años, por liderar la rebelión campesina de La Convención y Lares en el Cuzco (1968-1963), le decía a José María Arguedas que él (Arguedas) no es el intelectual que se compadece del indio como Clorinda Matto de Turner, sino el indio mismo que se rebela y se expresa en sus escritos. Esta apreciación, en lo fundamental, es correcta. En el movimiento existe un núcleo central que se irradia o deja su estela al extenderse a los confines nacionales e internacionales. (Clorinda Matto de Turner fue una de las precursoras del indigenismo en el siglo veinte, que ven al mundo andino desde fuera).
Por la época de la aparición de los 7 Ensayos, (1928) el indigenismo (en narrativa), no producía su obra maestra, la cual llegará, predijo Mariátegui, como culminación o coronación de obras menores. Efectivamente, la novela peruana entra en el panorama de la literatura universal, con El Mundo es Ancho y Ajeno de Ciro Alegría, de las vertientes del indigenismo, a lo cual, pronto se agrega la narrativa de José María Arguedas, con Los Ríos Profundos, Todas las Sangres y una serie de cuentos. La obra de Arguedas aparece ya, antecediendo y casi paralelo, a la obra narrativa que no es indigenista, de Mario Vargas Llosa, Luis Ramón Ribeyro, Bryce Echenique, etc.
La poesía peruana tuvo un gran poeta a inicios del siglo veinte en José María Eguren, (limeño, 1874-1942), cuyos personajes y símbolos que utiliza, traslucen la evasión de un mundo que se va (oligarquía o "aristocracia") y de un mundo que adviene (capitalismo), a los que no logra compenetrarse. A decir de Mariátegui, su obra pertenece a la vertiente de la poesía "pura". Pero el más alto exponente de la poesía peruana fue César Vallejo (1895-1938), resaltando su indigenismo.
El hecho de que en narrativa y poesía los primeros en crear de manera orgánica al devenir social (a la vida social), una obra de raigambre universal, como expresión orgánica de un sentimiento nacional popular provengan del indigenismo, no es casual, ya que por su posición en la sociedad, de ser partícipes de un movimiento libertario, tenían el horizonte más libre para expresar mejor sus vivencias, que otras vertientes enclaustradas en su nostalgia por la colonia.
Anteriormente tuvimos valores signos que no lograron enraizarse en un proceso orgánico nacional de cambio, entre ellos el Inca Garcilazo de la Vega con sus Comentarios reales de los Incas, cuya obra no tuvo continuidad al fracasar los primeros intentos de los descendientes de la nobleza inca en expulsar a los españoles. Mariano Melgar con sus yaravíes, representa una visión nacional (peruana) libertaria del romanticismo. Murió joven en el campo de batalla luchando contra el dominio español. Su obra no tuvo continuidad. Otra hubiese sido la historia, escribe Antonio Cornejo Polar21, de triunfar en la gesta de la independencia, la vertiente indígena en la cual estaba comprometido Melgar.
El "romanticismo" que vino luego de proclamada la independencia, fue una imitación del español, donde abundó la nostalgia por la colonia. Ricardo Palma (Lima, 1833-1919), a la par que narrador, fue promotor cultural de la incipiente literatura peruana. Con sus Tradiciones Peruanas, género propio dentro de la literatura, se elevó a estatura universal y si bien tuvo seguidores nacionales y extranjeros, no alcanzaron mayor relieve.
Volviendo al indigenismo, el equívoco en decir que el conjunto de los indigenistas ven el mundo andino desde fuera, incluyendo a los que provienen del universo andino, que incluye las ciudades, está por una parte, en ver al universo andino con una mentalidad "fosilizada", "arqueologizada", inerte, como si se tratara de algún museo, creando un estereotipo, que lo identifican con lo "arcaico", fórmula que les permite ponerlo como antípoda de la modernidad. Por otra parte, complementando esa visión estereotipada, tienden a disociar ciudad y campo en el proceso cultural del mundo andino peruano (ecuatoriano y boliviano) en compartimentos infranqueables, donde lo andino o indígena lo reducen a lo rural. A toda esta concepción errada, se agrega la confusión entre una corriente artística literaria cultural como es el indigenismo, con el devenir andino en lo económico y social. El indigenismo expresa el devenir andino, sea de manera veraz o alucinada y hasta estereotipada, como ocurre con toda corriente o escuela de arte respecto a la sociedad.
El mundo andino en su devenir, se ha caracterizado por sus constantes cambios, impulsado principalmente por los sectores sojuzgados y oprimidos, lo cual ha sido recogido y propagado por los indigenistas, confluyendo en todo ello, con los elementos progresivos de la modernidad. El mundo andino comienza a incorporarse con voz propia en el universo de la cultura universal, incluyendo a la modernidad desde los primeros instantes de la conquista, en su afán de liberarse de la opresión. Recordemos al respecto que el Inca Garcilazo de la Vega con su obra Los Comentarios Reales de los Incas, contribuyó a cohesionar los ideales progresivos y libertarios de los renacentistas e iluministas europeos.
El término "Utopía" utilizado por el inglés Tomás Moro (1478-1535), fue inspirado por las noticias sobre la sociedad incaica. Guamán Poma de Ayala, cuya obra se conoció en los últimos tiempos, además de reivindicar un pasado autóctono igualitario, reivindicó en lo que pudo, lo progresivo de la cultura occidental, y dentro de ello, de la religión. Entre otras cosas se hacía la pregunta en lo que pensaría Jesucristo si supiese de las maldades que se cometen en su nombre.
El Perú actual emerge del choque violento entre culturas, con la imposición del colonialismo, reestructurándose constantemente en el devenir, dominantes y dominados, siendo los últimos quienes, para liberarse tienden a confluir con los ideales libertarios. Los españoles, en palabras de Mariátegui, no pudieron ni exterminarlos, como hicieron los ingleses con los pieles rojas en Estados Unidos, ni absorberlos. A la postre, convivieron vencedores y vencidos formando una unidad.
En los inicios, la resistencia inca contra los invasores, tuvo como principal objetivo expulsarlos. Posteriormente, en el siglo dieciocho, la visión de los vencidos cambia. Por ese entonces era imposible su expulsión y la revolución de Túpac Amaru incorpora a su proyecto de liberación a los criollos descontentos de la metrópoli española. Se intentaba una "república" (¿monarquía?) nacional liderada por los sobrevivientes de la nobleza inca. En el siglo veinte la reivindicación del mundo andino no es el mismo, sino que los núcleos centrales confluyen con los ideales socialistas, inmersos ya, en una mentalidad de clase, propia de la modernidad, distinta de la mentalidad de casta del pasado.
En todas las épocas, el indigenismo en su núcleo o núcleos central(es) ha adquirido una visión nacional formando parte del torrente internacional de cambio. Nunca se ha enclaustrado o refugiado a nivel regional, menos al universo rural, sino que partiendo de lo concreto, de lo local, ha vislumbrado un cambio radical del conjunto.
En el Perú, por la dualidad racial cultural legado de la conquista, sobre todo en siglos anteriores y a inicios del siglo veinte, cuando se reestructura el indigenismo como movimiento, se tiende a diferenciar la Costa de la Sierra y, en un contexto más general, a diferenciar Lima de las provincias. Todo esto, congruente con el sistema de dominación de la oligarquía tradicional, donde el estado, que representa al "país oficial", es instrumento de unas cuantas familias, o en palabras de Salazar Bondy22, de las "Grandes Familias", que dominan al Perú con una mentalidad de casta, aliadas a los hacendados (gamonales) del mundo andino.
Los intereses de la oligarquía, ya lo mencionamos anteriormente, no coinciden con los intereses de la sociedad peruana, por tratarse de una clase sin historia, y la rebeldía en los sectores populares, particularmente en los andes, siempre ha existido en forma latente, la misma que a inicios del siglo veinte se torna orgánica por la emergencia de nuevas fuerzas sociales, que proyectan un nuevo país, con nuevas ideas, iniciándose así, la modernidad o el renacer peruano en forma orgánica. Para esta tarea, falanges de intelectuales se rebelan a la oligarquía, tomando partido por las clases populares. Se incluye aquí a las "provincias", desde donde emergen los que serían los pilares del movimiento indígena o indigenista en el siglo veinte. Pero no es lo mismo la rebeldía de un intelectual costeño o limeño, que la rebeldía de un intelectual de una ciudad andina que, permeados de lo progresivo de la civilización occidental, reivindican el legado de las culturas ancestrales, de las cuales en diverso grado forman parte. Diferente es el intelectual costeño o limeño rebelde, que reivindica el legado progresivo de las culturas originarias, pero desde fuera, ya que por filiación cultural, no pertenece a la cultura andina, con la cual puede confluir en ciertos aspectos y se puede adherir políticamente. En este fenómeno se demuestra que todo movimiento o voz progresiva en el Perú, ha reivindicado las raíces andinas de la nacionalidad.
En el devenir andino, la sobrevivencia de comunidades conservando ciertos rasgos de cooperación, solidaridad y reciprocidad, indujo a Mariátegui proponer en el campo, obviar la fase capitalista, aprovechando esos hábitos, que con la ciencia y técnica, se elevarían a las alturas del socialismo de la era industrial. De esta manera, la teoría moderna libertaria del socialismo confluye con el indigenismo en su variante libertaria.
La variante reaccionaria, oscurantista, del indigenismo (siempre minoritaria), que por una época lo representaban parte de hacendados o sus representantes inmersos en la vida y cultura andinos, (por ejemplo el cuzqueño Escalante a inicios del siglo veinte), intentaba políticamente seguir doblegando a los campesinos con la servidumbre y a la vez adquirir más poder en sus "regiones", ufanándose ser "descentralistas" o "federalistas" (que no hay que confundirlo con movimientos separatistas, por ejemplo en la región de la selva).
De la misma manera que no se puede reducir lo andino o indígena al universo rural, menos se puede presentar a los indigenistas como simples "bisagras" entre lo moderno ("occidental", que incluso lo asocian al estado oficial) y lo indígena, ya que no se puede disociar modernidad de indigenismo, si nos remitimos a sus máximos exponentes. Sin modernidad no hay indigenismo y sin indigenismo no hay modernidad peruana, en su acepción originaria, de lucha por el cambio, por lo nuevo, contra el oscurantismo y toda forma de opresión. Esto vale también para el movimiento "incaísta" (indigenista) liderada políticamente por los descendientes de la nobleza inca, que hicieron suyo los elementos progresivos de la cultura (modernidad) universal.
Una cosa es la modernidad de las clases dominantes, oscurantista, arcaica (barbarie moderna) que sirve para perennizarse en el poder, y otra la modernidad libertaria de la que se nutre en parte el indigenismo, junto a los elementos premodernos como la solidaridad y la cooperación en sus formas ancestrales progresivas.
Las clases dominantes tienen como "bisagras" para su dominio al sistema educativo, a la religión oficial, a los grandes medios de comunicación ... El camino del indigenismo insurge contra la corriente de la cultura oficial, aunque luego el sistema en parte logre asimilarlo, como ocurre con otras
Lo criollo
Lo criollo en el Perú (como lo esclareció Mariátegui en los 7 Ensayos), no ha prosperado como expresión de la nacionalidad, ni como movimiento cultural propio, ni como proyecto político, simplemente porque no hay cohesión ideológica ni orgánica.
Al ser derrotada la vertiente andina en la laucha por la independencia contra el dominio español, fueron los "criollos" quienes lo lideraronb y gobernaron en la vida "independiente", al iniicio por medio del militarismo y luego con la oligarquía y burguesía, siendo el continuismo de la colonia en lo económico y lo político (culttural).
Con la expansión y consolidación capitalista en el transcurso del siglo veinte, una vertiente de intelectuales se rebelan a la oligarquía, haciendo suyo la vertiente libertaria de la modernidad con proyección al socialismo, reivindicando el legado andino como cimiento de la nacionalidad. Estos intelectuales costeños, en gran parte, dejan de sentirse "criollos", término con el que designan a los sectores dominantes. (Recordemos que el criollo en la colonia formó parte del estamento o "república" de los españoles, en contraposición a la república de indios).
Frente al extremismo de ciertos intelectuales indigenistas que denigraban a las ciudades costeñas, especialmente a Lima y los limeños por su colonialismo, Mariátegui les recordaba que la requisitoria coherente contra el colonialismo limeño a partido de Lima, invocando a ver no solamente los valores reaccionarios de la capital, sino lo progresivo que surge en su seno.
Si el témino criollo en la colonia tenía delimitaciones precisas, con la república lo pierde y en una de sus acepciones vulgares, se identifica con la "viveza", que en realidad se refiere a actos delictivos: engaño, estafa, robo, etc., que lo presentan como obra de "criollos", o "criolladas", encubriendo así a delincuentes. En uno de los programas telivisivos de mayor sintonía en décadas pasadas, y que es rememorado en la actualidad hasta con "miniseries", Trampolín a la Fama, se caracterizaba entre otras cosas, por la discriminación racial especialmente contra los negros y los homosexuales y se hacía apología a los "criollos" (delincuentes). Era un programa de concurso de canto, donde si bien se aceptaba música costeña (criolla), la canciíon andina se marginó por completo. Los dedos de una mano (que son cinco), sobran para mencionar a una que otra inperpretación de ese género que se hizo en ese programna.
Hay otra acepción de lo criollo, recreado en sectores de la cultura popular, en cuyo seno se ha incubado una literatura de tinte "costumbrista", y también surge la música y canción criolla, ante el desdén de los "criollos tradicionales" (de la sociedad oligarca) hacia la emergente música popular costeña (valses, marineras, festejos, etc.) de la que se sentían distantes por su mentalidad de casta. La vertiente colonialista en ese cancionero criollo -que añora a la colonia- es minoritario, aunque el más publicitado en los grandes medios de comunicación.
La insurgencia de la música costeña es contemporánea del Tango en Argentina, el bolero en Centro América, el Caribe y otros ritmos musicales que confluyendo en determinados países con un sentimiento nacional popular que incluía estratos o sectores dominantes, han llegado a ser expresión de lo nacional. Pero el que quedó rezagado o más rezagado, fue la música costeña peruana, siendo la principal razón, que el cimiento de la nacionalidad peruana está en lo andino y por la política extranjerizante (colonizante) en todos los aspectos del estado oficial. En cuanto a calidad poética, entre ellas las canciones de Felipe Pinglo Alba, están a la par de las mejores en el continente.
Contrariamente la música y cancionero andino, como una de las expresiones del cimiento de la nacionalidad, se ha abierto camino en una "larga y heroica guerra silenciosa", al margen del "Perú oficial", llegando a ocupar en los últimos tiempos un lugar privilegiado en el sentir popular, a pesar del estado antinacional y los medios de comunicación que lo marginan.
Hace algunas décadas (por los años ochenta) del pasado siglo, la música costeña en Lima pareció desaparecer, "refugiándose" en las "peñas criollas". Sin embargo, el universo andino ya lo había hecho suyo en sus festividades populares, acaso en una acción similar a los ceramistas de la antigüedad, que perennizaban en sus obras la vida de su tiempo. A partir de allí el devenir de la música criolla estaba garantizado. El cimiento de la nacionalidad, lo andino, lo "aclopó", aunque ya, desde tiempos atrás, los ritmos costeños, particularmente valses y marineras eran (y son) recreados en las festividades populares andinas. Por lo demás, existe un repertorio andino (en valses y marineras) propio, que tiende a extenderse. A eso se agrega que artistas andinos tengan en su repertorio música costeña, e incluso tiendan a interpretarlo traducido a un idioma nativo (quechua).
Expansión del devenir andino
Si al inicio el devenir andino se podía delimitar a los andes, a la Sierra, desde mediados del siglo veinte, abarca el conjunto del territorio, por el flujo masivo de los pobladores andinos a la costa y selva, sobre todo a las ciudades, dándole un nuevo rostro al proceso de peruanizar al Perú. Es lo que en cierto modo expresa José Matos Mar al describir el desborde popular. Los valores andinos, dentro de ellos, lo más íntimo, representado por su música y canciones, sus festividades, su arte y literatura, sus comidas, sus bebidas, se ha ganado un espacio en una larga y dura guerra silenciosa, a pesar de las trabas del estado oficial antiperuano y extranjerizante, a pesar de los grandes medios de comunicación en los cuales se les margina cuando no ignora por completo.
Hoy el universo social del Perú no es el mismo para todos los sectores, para todas las clases y estratos sociales. En los andes, la expansión capitalista ha erosionado las formas precapitalistas y junto con ellas a formas "señoriales" de vida, proletarizando a la mayoría de campesinos y sectores medios, que se han visto obligados a emigrar a las ciudades costeñas, particularmente a Lima.
Las clases dominantes, hasta mediados del siglo pasado, si bien estaban temerosos del pueblo, aun eran amos y señores, para pasar a ser los asediados por nuevas formas de vida, unas veces dignas, otras indignas, y asediadas también, como en el pasado, por las reivindicativas populares y por el flagelo (también dentro de la modernidad), de la delincuencia "común" organizada en mafias, distinta a la delincuencia (corrupción) en las altas esferas dominantes tradicionales, que se consustancia con ellas, porque siempre ha existido. La forma de desarrollo capitalista ha incorporado (incluido) al conjunto de la población en el torrente de acumulación del capital, pero a la mayoría en calidad de pobres y marginados, lo cual es una de las condiciones para la supervivencia del sistema 23..
La modernidad, lo decimos en un capítulo anterior, surge a la par que el capitalismo, pero no es patrimonio de este régimen, sino que lo trasciende. Si la burguesía eurooccidental en sus inicios, en cierta medida confluye con los ideales progresivos y libertarios de la modernidad, en el poder reniega de ellos, cuestión que se extrema en el fascismo, que se erige sobre las peores lacras de la modernidad, por lo que es más congruente designarla como "barbarie moderna".
Como expresión del universo andino, junto al lado tradicional, que a veces tiende a reivindicar los valores gregarios primigenios de cooperación, solidaridad, ayuda mutua, reciprocidad, que se enmarcan en valores que dignifican a la condición humana, existen posiciones (minoritarias) que llegan al jingoísmo, la xenofobia, el tradicionalismo y el racismo al revés, que se enmarcan dentro de lo arcaico. Es válido aclarar que el movimiento indigenista o indígena -en su núcleo central- representan, en su generalidad, a la vez el lado moderno libertario y a la vez el lado tradicional que dignifica la condición humana. El lado oscurantista (arcaico) del indigenismo, es marginal al movimiento porque representaba en el pasado los intereses de los hacendados andinos (gamonales) y posteriormente representan a un liberalismo conservador, reaccionario.
En el devenir de la sociedad andina, las luchas organizadas, cuando trasponen los límites locales o regionales, alcanzando las alturas políticas, se han combinado elementos mesiánicos y milenaristas con propuestas coherentes, libertarias. En las grandes movilizaciones de la segunda mitad del siglo veinte, el mesianismo y milenarismo se ha tornado en elemento aleatorio de las grandes reivindicaciones.
Indigenismo y bloque histórico
Fue el marxista italiano Antonio Gramsci quien introdujo el término de "bloque histórico" en el estudio del devenir cultural, de la hegemonía y dominación política, sobre todo para las sociedades modernas. Cuando existe un bloque histórico, hay relación orgánica entre los más simples y los dirigentes, que en caso de dominar la sociedad, tendrán hegemonía y por tanto legitimidad y consenso. Cuando no existe bloque histórico, cuando no hay ligazón cultural orgánica entre dominantes y dominados, existe la tiranía. Es fácil deducir de lo anterior, que la tiranía, gran parte de veces tiene moldes "democráticos", como la dominación de la oligarquía y burguesía en los países andinos de América del Sur.
Los virreyes de la colonia no llegaron a formar un bloque histórico con los dominados, por tratarse de un dominio extranjero basado en criterio de casta y por la dualidad racial cultural que tendían a perpetuar como condición de su dominio. Para eso se valieron de los criterios oscurantistas, arcaicos, es decir, de las peores lacras de la cultura europea, tanto la moderna (barbarie moderna), como la tradicional (precapitalista). Distinto fue el devenir de los dominados, que con todas sus contradicciones, formaron un bloque histórico, teniendo de dirigentes a los supervivientes de la nobleza inca, hasta la revolución de Túpac Amaru (1780), la que incorpora en su proyecto a todos los sectores dominados, incluyendo a los criollos descontentos, aunque pronto quedaron marginados por las contradicciones al interior de los rebeldes. Durante este periodo, los vencidos, junto a sus mitos revolucionarios, comienzan a incrustarse en el torrente de la cultura universal, siendo el ejemplo más elocuente en literatura, la obra del Inca Garcilazo de la Vega con sus Comentarios Reales de los Incas.
Sobre la obra de Garcilazo, decía Mariátegui (en los 7 Ensayos), que es "el primer peruano, sin dejar de ser español", sintetizando toda una concepción en la formación y devenir de la sociedad peruana, donde es imposible separar lo tradicional u originario de lo europeo.
Ambas vertientes con sus aciertos y sus lacras, donde los dominados tienden a hacer suyos las banderas libertarias originarias (autóctonas) y de la modernidad europea ("peruanizándola"). Se entiende el porqué en una sociedad precapitalista como la colonial, la tendencia de los dominados hacia posible formar un bloque histórico, al contrario de los dominadores, porque estos intentaban perpetuar ese dominio legitimado con el lado oscurantista, siniestro y arcaico de la modernidad, porque sus intereses particulares (privados) no llegaron a confluir con las aspiraciones de las mayorías, siendo una "clase" sin historia.
Liquidadas las elites de la nobleza inca, el bloque indígena nacional popular se desagrega y sus luchas no pasan de reivindicaciones regionales o locales, por falta de dirección. La mentalidad mesiánica y milenarista en si misma, que ha veces aflora en sus proclamas, no puede ser un programa.
Con la república, los "criollos", en su expresión de militarismo, oligarquía y burguesía, por tratarse de clases o elites sin historia, no logran plasmar un bloque nacional popular, porque sus intereses particulares, (privados), no confluyen con los intereses nacional populares. Manuel Scorza, el autor de la novela Redoble por Rancas, decía que las clases dominantes peruanas, en vez de libertad, igualdad y fraternidad, dieron al pueblo peruano, caballería, artillería e infantería. No es casual que hasta para la construcción de una carretera o el funcionamiento de una simple escuelita en las provincias, ha tenido y tiene como principales promotores a los habitantes del lugar, que comienzan enviando "memoriales" a las entidades estatales (incluyendo presidente de la república y congreso)...
A inicios del siglo veinte los intelectuales de la oligarquía (los novecentistas o "arielistas"), intentaron cohesionar un bloque en torno a la oligarquía, de la cual eran a la vez críticos, fracasando, tanto por sus ideas retrógradas, arcaicas, que atentaban contra el progreso, como también porque los intereses de la oligarquía y sus aliados, los hacendados andinos, no confluían con el interés del conjunto de la sociedad.
Falanges de intelectuales que en la capital formaban parte o simpatizaban con ese movimiento, en su mayoría jóvenes, se rebelan (caso de Valdelomar y "Colónida"), y a la postre muchos de ellos, entre los cuales se encontraba Mariátegui, se adhirieron a los intereses de los sectores populares en lucha por el socialismo, que tiende a formar un inmenso bloque nacional popular para el cambio.
Oligarquía e indigenismo
El historiador Jorge Basadre en un pasaje de Perú: Problema y posibilidad, escribía: "El fenómeno más importante en la cultura peruana del siglo XX es el aumento de la toma de conciencia acerca del indio entre escritores, artistas, hombres de ciencia y políticos". Pero le faltó decir que esa "toma de conciencia" se debió al papel protagonista del mundo andino en todos los terrenos, junto a la naciente clase obrera y a las capas medias como principales promotores del cambio. Y mientras para unos eso era progresivo, para otros era pernicioso y hasta letal. Era pues, imposible, dejar de lado al universo andino, que por propia iniciativa, nuevamente se hacía presente en el primer plano de la política nacional, sea por mediación de sus luchas, sea por sus expresiones culturales.
En su gran mayoría los representantes de la oligarquía se preocuparon por lo indígena, no para revalorizar su cultura, sino desde una posición a la defensiva, buscando recetas para frenar la rebeldía popular, a la par que comenzaban a gestarse grandes luchas en las ciudades y minas, por una nueva clase social, la obrera, frente a lo cual, todos ellos (intelectuales de la oligarquía) coincidían en poner "mano firme" (represión, dictadura). En este contexto hay que ubicar también las menciones de Fernando Belaunde Terry (décadas después) y otros líderes de la oligarquía y burguesía, hacia la cultura andina en sus discursos proselitistas por ganar votos en los procesos electorales. La verborrea (demagogia) populista, "marxistizante", de Belaunde (en las elecciones de 1963) haciendo alusiones al mundo andino, ha confundido a ciertos historiadores que lo catalogan de "indigenista", cuando en el fondo, su posición es similar a la de los intelectuales de la oligarquía, maquillado por una nueva fraseología. En su prédica, Belaunde hablaba de "la conquista del Perú por los peruanos", donde el Perú representaba a los andes y la selva, y "los peruanos" aludía al Perú "oficial" de las clases dominantes, a las que ponía en calidad de "conquistadores". Quiensabe intentó emular a un presidente de Estados Unidos, Jacobo Monroe (1816-1824) cuando decía: "América para los americanos", donde "América" aludía al conjunto del continente y "Americanos" aludía a los Estados Unidos, que se proponía, como joven imperialismo, a dominar el continente. El éxito del líder norteamericano fue total. No solamente dominaron al continente ("América") económicamente (y a veces militarmente), sino que también usurparon ante el mundo, el nombre de "americanos" para ellos. En contraste, Belaunde capituló en sus dos periodos (1963-1968 y 1980-1985) entregando el "Perú" a los extranjeros. Y en cuanto al mundo andino, como representante de una clase sin historia, la burguesía peruana, ni siquiera hizo una reforma agraria.
En contraposición, como un modo de didáctica en nuestra exposición, mencionemos a los líderes del FRENATRACA (Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos de los hermanos Cáceres de Puno), herederos de la mentalidad de los gamonales y comerciantes de las regiones andinas, y aunque su prédica política sea errada, había en ellos sentimiento andino y formaban parte del conglomerado indigenista o indígena en su vertiente liberal conservadora (herederos del "caciquismo político"), donde combinaban elementos autoritarios de la modernidad capitalista con elementos de la mentalidad de casta de los hacendados andinos, que desde mediados del siglo veinte, eran cada vez más marginados por sus aliados en el poder, los hacendados (oligarcas) de las haciendas agroexportadoras costeñas.
El nucleo central indigenista, que da vida al movimiento, volvemos a decirlo, es progresivo y libertario, mientras que la opción conservadora y reaccionaria es marginal.
En la década del treinta del pasado siglo (veinte), existían fascistas criollos, liderados principalmente por los intelectuales de la oligarquía o gentes a su servicio, cuya prédica se basaba en el racismo, denigrando al mundo indígena, cuetión que además era común en gran parte de intelectuales, entre los que se inlcuye a "progresistas" (como lo demostró en un ensayo Nelson Manrique). Sin embargo, estos no fueron tomados en cuenta en sus planos expansionistas por un sector del nazifascismo europeo, que volvieron sus ojos a los hombres del mundo andino. Apareció por aquel tiempo un pequeño libro (del que no recuerdo el nombre del autor extranjero), donde se decía que en América hay dos tipos de "razas" originarias: los collas y los arawak. Los primeros, que podian iguales o superiores a los arios, habían nacido para gobernar, y los segundos para ser gobernados. Cuando fue criticado por el ilustre maestro Julio C. Tello, el autor del libro dijo que la crítica era por una confusión, ya que Tello se imaginaba ser arawak, lo cual, "aclaró", es un error, ya que los collas están dispersos en todo el continente, siendo Tello uno de ellos...
La "barbarie" frente a la solidaridad y reciprocidad andina subsistente
En los últimos tiempos, muchos intelectuales se han abalanzado en atacar el legado más humano, más histórico, de las culturas ancestrales, basadas sobre todo, en la reciprocidad, en la solidaridad, en la ayuda mutua, a todo lo cual califican de "arcaicas", porque esas virtudes o valores, no son compatibles con el régimen capitalista, donde todo se ha mercantilizado y en vez de crear un mundo convergente, solidario, se ha creado un mundo concurrente, atomizado, lleno de rivalidades, que es la principal causa de la violencia y guerras que asolan la humanidad. No olvidemos que Europa, el continente más "civilizado", fue el escenario de dos guerras mundiales en el siglo veinte y las principales potencias imperialistas, son protagonistas de la mayoría de las guerras en el presente, no porque estén pretederminados biológicamente para la violencia, sino porque las contradicciones del capitalismo los ponen en el centro de la tormenta.
Las comunidades indígenas andinas en extinción por la expansión capitalista, pero que aun mantienen ciertos rasgos ancestrales que dignifican su existencia, han sido y son el blanco de sus ataques y a través de eso, a las culturas originarias o lo que queda de ellas, incluyendo a las culturas amazónicas. Son atacadas de diversas formas, sin reparar que por milenios, lograron vivir sin depredar a la naturaleza de la cual se sienten y forman parte, todo lo contrario a la vertiente siniestra dela modernidad capitalista que con toda su tecnología, depreda a la naturaleza y al hombre. Es evidente en esos sectores la precariedad y pobreza en que les ha sumido la modernidad capitalista enquistada en el poder. La alternativa socialista, en tanto parte de la modernidad libertaria, hace suyo el legado de igualdad, reciprocidad, ayuda mutua, pero mejorando su condición humana, mediante la ciencia y la técnica.
Todos esos críticos hacia la solidaridad andina, desconocen que el ser humano llegó a ser lo que es hoy, gracias a las virtudes calificadas de arcaicas por los defensores del capitalismo extremadas en el neoliberalismo (y el fascismo). Se sabe que en su generalidad, al lado de lacras inhumanas, las culturas primigenias basadas en el régimen del parentesco y el comunal, en todas las culturas del mundo, practicaban la solidaridad, la reciprocidad, la cooperación, la ayuda mutua, etc., es decir, el "amor al prójimo", como forma fundamental de sobrevivencia, antes de conocer este enunciado del cristianismo primigenio. El legado progresivo de esas culturas se evidencia con todas sus distorsiones, hasta en las ciudades del Perú, cuando se crean entidades comunales para supervivir, entre ellas, los comedores populares, los clubes de madres, del vaso de leche, etc., que ayudan a paliar la pobreza en los que les ha sumido el lado siniestro de la modernidad capitalista.
Sin los valores primigenios de solidaridad y ayuda mutua, surgidos y cultivados desde los albores de la humanidad, no sería posible el desarrollo normal de un niño, cualquiera sea su condición social, incluso en nuestros días. No está demás volver a repetir las palabras de Ernest Mandel, en el sentido de que "la disposición a la cooperación a la solidaridad, al amor al prójimo corresponde mucho más a las necesidades biológicas específicas, a los rasgos antropológicos fundamentales, que la tendencia a la competencia, a la lucha por la opresión a los demás. El hombre es un ser social no solamente en el sentidlo socioeconómico, sino también en el sentido biológico del término. De todos los mamíferos superiores, es el que nace en estado más débil, el menos protegido, el menos capaz de autodefensa. La antropobiología considera al hombre como un embrión nacido prematuramente y provisto por ello de una organización fisiológica que lo hace capaz de un aprendizaje mucho más prolongado, y de una adaptabilidad casi ilimitada -gracias a la actividad y a la socialización en un curso de un año de existencia como embrión extrauterino. La filogénesis confirma aquí la ontogenia, puesto que actualmente ésta admite en general que en el origen de la especie humana se encuentran esos mismos procesos de activación (nacimiento de una praxis deliberada) y de socialización24".
El indigenismo hace suyo las propuestas originarias de solidaridad, enmarcándolas en la construcción de una nueva sociedad. Su devenir, según el historiador del indigenismo José Tamayo Herrera25, es semejante a los ríos subterráneos, que a veces perecen perderse, para nuevamente a superficie.
Vargas Llosa y el indigenismo
No podemos obviar las opiniones de Vargas Llosa sobre el indigenismo, que a veces acusa a sus exponentes de no haber visto jamás un indio, siendo sus creaciones al respecto sino invenciones, narraciones de las formas más malsanas de vida para entretenimiento de los lectores; y otras veces reconoce su valor literario (como en el caso de Arguedas), pero lo tilda de "primitivo", de "arcaico", y de distorsionar la realidad.
El indigenismo tiene un núcleo central formado por intelectuales andinos o de ascendencia andina, que da vida al movimiento y se expande hasta los escritores extranjeros ("peruanistas"). Cuando mencionamos a lo andino no nos referimos exclusivamente a los andes, sino también a las ciudades (por las migraciones) donde se afinca lo andino al igual que los elementos de cualquier cultura o pueblo. Tampoco nos referimos a una misma mentalidad a través de los tiempos (república, colonia...), ya que todo deviene en cambio, en movimiento. Pero es posible y pensable que muchos exponentes alejados del núcleo central no conozcan bien el mundo andino, pero sus creaciones en tanto sinceras, son parte de ese movimiento. Tampoco se puede marginar del movimiento a los artistas snobs, que Mariátegui aludía en los 7 Ensayos, que realizan su obra para un público extranjero que reclama "lo exótico", (pero sin denigrar a la cultura andina).
Diferente es la disposición anímica y artística de Vargas Llosa sobre el mundo andino, que se acentúa cuando en sus creaciones (novelas) deja de criticar a las clases dominantes para hacerlo a las dominadas, especialmente del universo indígena, unas veces inventando las más inverosímiles aberraciones, como en El Hablador, otras veces, para caricaturizar y ridiculizar a los movimientos reivindicativos populares e indígenas, como lo hace en Historia de Mayta y Lituma en los Andes, donde hace gala de una gran invención, que no lo alcanza para elevar a esas obras estéticamente al nivel de las iniciales. Tenía razón Antonio Cornejo Polar al decir que estas obras son "prescindibles".
Vargas Llosa de joven, cuando era "socialista", ya estaba alejado de las grandes herejías, y levantaba infundios, entre ellos, de que Mariátegui había estado de acuerdo con la burocracia stalinista rusa, alineándose así, con uno de los poderes en que se dividía el mundo. En ese contexto se adhiere a la revolución cubana triunfante en 1959, pero sobre las luchas indígenas que convulsionaban al Perú por ese entonces, siendo la más importante la sublevación de La Convención y Lares en el Cuzco (1958-1964), se refugia en el silencio...
Sólo faltaba que renuncie públicamente al socialismo, (a su "idealismo disimulado" para emplear una acepción de Conversación en la Catedral) poniéndose del lado del imperialismo, para desfogar sin tapujos, públicamente sus impulsos comprimidos contra el mundo andino.
Vargas LLosa dice admirar la obra de Arguedas, pero al enjuiciarlo, lo hace perdiendo ecuanimidad, cuando lo tilda políticamente de "arcaico" y en cuanto a escritor, de "primitivo", que "no llegó a ser moderno", y al igual que el resto de indigenistas, "desfigura la realidad". Para estas apreciaciones, Vargas Llosa abandona el análisis estético, literario, para perderse en divagaciones fuera de todo contexto.
Anteriormente, siguiendo en parte a Mariátegui, hacíamos la distinción entre la literatura propiamente dicha que es moderna, con autonomía en su creación, al contrario de tiempos antiguos, cuando los elementos de la literatura se entrelazaban y confundían con los rituales mágico religiosos, por lo cual no puede ser literatura (moderna) propiamente dicha. La literatura indigenista que surge en el siglo veinte es contemporánea de las vanguardias en la literatura mundial y muchos de sus exponentes son parte de ese movimiento moderno, sobre todo en sus inicios, rebelde y libertario. La obra de Arguedas es moderna en su creación y en su proyección social es libertaria, confluyendo con las aspiraciones de cambio. Los oscurantistas y arcaicos son los que no quieren que el mundo andino cambie, que sigan en el estado de cosas (pobreza) en que los sume la modernidad capitalista.
En repetidas ocasiones, Vargas Llosa habla y escribe sobre "La verdad de las mentiras", aludiendo a personajes y argumentos, aún los más inverosímiles, que dentro de una obra literaria son verdaderos, lo cual es cierto. Nadie discute la veracidad de la existencia de Don Quijote y Sancho ... en la obra de Cervantes o de los viajes interplanetarios en las obras llamadas de "ciencia ficción". Todos los personajes y argumentos tienen vida, son verdaderos, en (dentro) la obra literaria. Fuera de ella, algunos se asemejan más a lo que existe en el mundo en que vivimos, otros menos, aunque si los tenemos en cuenta en el imaginario, es una señal de que existen sino en su totalidad, en sus elementos.
Lo esencial en una obra literaria es su valor intrínsico, artístico, al margen que el contenido de su argumento sea verdadero o falso comparándolo a la "realidad". Si hacemos alusión a la realidad es un decir, por que la "realidad" también comprende a la imaginación y fantasía como parte de la naturaleza social humana, concretizado en cada individuo, incluyendo a los artistas. De no ser así, sin imaginación, fantasía y osadía, el hombre no hubiese podido superarse para diferenciarse del resto del mundo animal.
Cuando Vargas Llosa dice que los indigenistas, "desfiguran la realidad", no tiene en cuenta el valor intrínsico (literario) de sus obras. Se olvida que personajes y argumentos adquieren veracidad dentro de una obra de arte, por más fantasiosas que sean. Al igual que los presidentes de la república oficial crean leyes y juran cumplir y hacer cumplir las mismas, pero son los primeros en violarlas, así vargas Llosa elucubra una serie de propuestas, en su generalidad válidas, para interpretar una obra literaria, pero cuando juzga a los indigenistas, se olvida de esas propuestas. El conocimiento veraz sobre la sociedad hay que pedirles a las ciencias sociales a los científicos. Una obra de arte, a veces plasma la mentalidad y vivencias de un pueblo, lo que es un gran mérito, pero otras veces los ignora y otras las denigra. Los indigenistas, en su generalidad, plasman las inquietudes de un pueblo.
Antes que la obra de los indigenistas, las apreciaciones de Vargas Llosa sirven para calificar a sus mismas creaciones (El hablador, Historia de Mayta, Lituma en los Andes), en las cuales existe una desfiguración consciente de la vida andina (y de la selva), para denigrar premeditadamente a las culturas originarias.
El encono de Vargas Llosa no es a la obra en sí de Arguedas, a su valor intrínsico (artístico literario), sino a la proyección o supuesta proyección política, a la que llama "utopía arcaica", con lo que en realidad hace referencia al socialismo, presentando a Arguedas como el "arcaico", que quiere dar marcha atrás las ruedas de la historia, volviendo al "socialismo" precolombino o lo que queda de él. Aquí Vargas Llosa se aparta del análisis literario, confundiéndolo con el análisis eminentemente político y es en esta perspectiva que también lo criticamos. Arguedas jamás intentó volver el mundo andino al pasado, sino que reivindicó su legado progresivo, confluyendo con el socialismo de la rea industrial.
Cuando el movimiento indigenista o el núcleo indigenista, revalora la solidaridad, cooperación, ayuda mutua, de los campesinos en las comunidades andinas, en plena descomposición, (hoy prácticamente distintas de lo que eran hasta mediados del siglo pasado), no lo hace para quedarse en ese estado de cosas, inmersos en la pobreza y miseria, sino para superarse, con la ciencia y la técnica, proyectándose al socialismo de la era industrial, en palabras de Mariátegui, en un Perú nuevo en un mundo nuevo.
Vargas Llosa habla de "incorporarlos" a la modernidad capitalista, pero no se da cuenta que ya fueron incorporados hace más de quinientos años, con el descubrimiento y conquista, pero en calidad de "pobres", de "marginados", ya que el surgimiento y desarrollo capitalista teniendo en sus inicios de principal "centro" Europa, necesita de la miseria y pobreza de la mayoría de seres del planeta. Necesita de millones de desocupados, sin medios de vida, para estar listos a vender su fuerza de trabajo en el mercado laboral. Si no hay desocupados, no hay capitalismo que, como vaticinó Carlos Marx, es una sociedad donde la riqueza se concentra en un polo (pequeño) y la miseria en otro (mayoritario).
No está demás volver a recordar, como lo reconoce (hasta hoy) Vargas Llosa, que la antigua cultura andina peruana (ecuatoriana y boliviana), es un caso único en el devenir humano, ya que solucionó el problema del hambre, con una economía planificada.
Lo que intenta ocultar Vargas Llosa, es que la miseria y pobreza llegó con los conquistadores, cuando "incorporan" a estos territorios a la fuerza, en parte de la economía mundial, en calidad de pobres. Lo que tampoco quiere reconocer Vargas Llosa, es de que la modernidad en su vertiente oscurantista, arcaica, bárbara, fue el arma de los conquistadores y clases dominantes que lo sucedieron, para legitimar el genocidio y la pobreza en la que tienen postrado a las mayorías; y que la modernidad libertaria fue (y es) rescatado por las clases dominadas, cumpliendo un papel fundamental dentro de esto, los descendientes de la nobleza inca, hasta ser exterminados con la derrota de la revolución de Túpac Amaru.
Vargas Llosa no valora el socialismo de Arguedas cuando da su respaldo a Hugo Blanco, prisionero en la Isla Penal El Frontón, líder de la sublevación campesina de La Convención y Lares, cuya acción estuvo lejos de ser arcaica, sino todo lo contrario, los arcaicos fueron las clases dominantes que intentaban perpetuar las relaciones serviles en los andes en pleno siglo veinte, a pesar que las leyes, hechas por ellos mismos, prohibían el trabajo gratuito.
Vargas Llosa no se da cuenta que la lucha de los que llama "arcaicos", ha hecho posible el mejoramiento de las relaciones sociales. Además de las luchas en el campo, las luchas en las ciudades ha hecho posible la conquista de las ocho horas de trabajo y otras reivindicaciones sociales, siendo por tanto los principales promotores del cambio hacia una modernidad libertaria, que sobrepasa al capitalismo, régimen que para supervivir, hace suyo el lado siniestro, bárbaro, de la modernidad..
Recordemos al respecto que Vargas Llosa en su campaña electoral para la presidencia en el año 1990, decía que para ser competentes en el sistema económico mundial, se debe acabar o reducir las reivindicaciones populares. En vez de mejorar las relaciones sociales, clamaba por empeorarlas. Es evidente que la modernidad libertaria es el arma de los oprimidos y la modernidad de la barbarie, que hace suyo Vargas Llosa, es el arma de las clases dominantes.
Mariátegui decía que la vida excede a la novela y la realidad a la ficción. Esto es notorio en el caso de Vargas Llosa, un personaje que supera con creces a los personajes de sus novelas. Cuando fue proclamado candidato presidencial (para las elecciones de 1990), despotricó contra los partidos tradicionales, pero se unió a esos partidos que conformaron el núcleo central de su movimiento, el "Frente Democrático" (FREDEMO).
Su campaña electoral hacía recordar al santón (Antonio Consejero) de La Guerra del fin del mundo, que recorría un territorio de andrajosos anunciando la llegada de un tiempo nuevo, solamente que el santón no contaba con los medios de comunicación de masas que seguían a Vargas Llosa, el "candidato de lujo", que en sus discursos anunciaba el "gran cambio", con empleos y salarios a manos llenas ... "cuando vengan las inversiones".
Cuenta el novelista en El Pez en el Agua (memorias), que en uno de sus mítines, al principio estuvo muy concurrido, pero ya entrada la noche, cuando pronunció su discurso, el recinto quedó en gran parte vacío. La causa, -explica-, era que los camiones contratados para traer y volver a la gente de los barrios marginales, compuesta principalmente por emigrantes andinos, estaban contratados hasta determinada hora. Esto nos hace recordar a los mítines del general Odría (1948-1956) que Vargas Llosa novelista recrea en Conversación en la Catedral (Ed. Seix Barral, Madrid, 1969). Hay un pasaje elocuente donde un agente de la policía chantajea a un dirigente barrial:
"Si todos los serranos van a la plaza y la cosa [mitin del general Odría] sale bien hay trescientos soles -dijo Ludovico-. Entre trescientos soles o ir preso, tu dirás lo que te conviene más" (Pág. 243).
El ofrecimiento de Vargas Llosa era empleo y salarios a manos llenas ..."cuando vengan las inversiones". Además, el episodio anterior, es una de las muestras, que la candidatura de Vargas Llosa, contrariamente a lo que buscaba, no logró arraigo popular, menos la fe de las multitudes, aunque las encuestadoras lo daban como ganador indiscutible por un amplio margen.
Vargas Llosa se reclamaba agnóstico y en tal sentido dudaba de la existencia de Dios y de los santos. Sin embargo sus "seguidores", con la complicidad de la más alta jerarquía católica, sacaban a los santos en procesión por el centro de Lima, supuestamente para contrarrestar a su contendor que tenía en sus filas a pastores evangélicos (protestantes), cuya feligresía, si bien es una minoría, está en constante crecimiento.
Como por arte de magia, los grandes medios de comunicación se volvieron por unanimidad, propagandistas de la candidatura de Vargas Llosa. Ese cambio no era obra de ninguna dictadura instaurada en Palacio de Gobierno, tampoco de fuerzas del orden ocupando los centros de impresión y difusión, menos de fuerzas paramilitares (tipo fascistas) amedrentando a los propietarios ... sino que el "gran cambio" fue una componenda entre los dueños de esos medios de comunicación con los sectores derechistas tradicionales que responden a los intereses de las transnacionales que dominan la economía mundial a los cuales representa Vargas Llosa.
Una curiosidad más. Cuando el gobierno aprista (1985-1990) hace la venia en 1987 de estatizar los bancos supuestamente para reorientar las inversiones, Vargas Llosa, como un personaje arrancado de alguna novela, salta al escenario de la política para oponerse, argumentando que peligra la libertad de prensa, que vive de la propaganda. En estas condiciones, el estado administrando los bancos, podría controlarlos o condicionarlos a su favor.
Es evidente que los medios de comunicación viven de la propaganda que pagan las empresas (privadas o estatales). Pero, como en las telenovelas más vulgares donde los personajes tienen que hacer papeles ridículos, ningún periodista, ni el más osado, se atrevió preguntar al "candidato de lujo" si los empresarios privados también pueden condicionar la orientación de la prensa mediante sus contratos de publicidad.
El contrincante de Vargas Llosa que ganó las elecciones, Alberto Fujimori (1990-2000), demostró que a los medios de comunicación no se les controla solamente con la publicidad, sino con otros métodos, que van desde la utilización de entidades estatales para presionarlos con la imposición de impuestos y el cobro de los mismos, al igual que las deudas pendientes, ..., hasta pagos ("coimas") millonarios a los propietarios y el chantaje con métodos propios de pandilleros. A todo esto hay que sumar a los "lobistas" que se ponen al servicio de las grandes empresas transnacionales. Queda para la imaginación pensar en los métodos que utilizan estos "lobistas" para hacer conocer sus "opiniones" en los programas y medios de comunicación hablados y escritos de mayor cobertura. Así funciona la "democracia".
(Nos estábamos olvidando de los bufones que en los últimos tiempo se han vuelto imprescindibles en la política peruana. Alquilan su talento a determinado sector para ridiculizar en los medios de comunicación -con métodos groseros, llegando hasta la difamación- a sus oponentes, que pueden ser organizaciones políticas, personalidades, periodistas, etc.)
Confluencias y Desavenencias. Nota marginal sobre la propuesta de preriodización de la literatura peruana
Luís Alberto Sánchez (1900-1994), el más lúcido y prolífico crítico de la literatura peruana, no tiene una visión coherente en cuanto a periodificación (o periodización) de la literatura peruana, a la cual lo clasifica de acuerdo a los moldes tradicionales, ubicándolas según las épocas políticas y las escuelas o corrientes literarias bajo modalidad europea, es decir, como si se tratara de un pueblo de desarrollo autónomo. La mayoría de estudios sobre literatura peruana hacen lo mismo, aunque en los últimos lustros esa metodología ha sido (y es) bastante cuestionada, pero no se propone una alternativa coherente, que a nuestro criterio, nos lo da Mariátegui.
Sobre la propuesta de Mariátegui dice Luis Alberto Sánchez que es discutible, y sobre la visión de los valores signos, carecerían del rigor marxista. Sobre el periodo colonial, el historiador de la literatura peruana dice: "Desde el punto de vista social, nuestros escritores coloniales, eran tan colonizados como colonizadores ...". Sobre el periodo cosmopolita dice: "No se diferencia muy claramente del periodo nacional. El cosmopolitismo empieza aquí mucho después de cancelado el periodo colonial". Para finalizar diciendo: "Toda esquematización me parece prematura y ficticia26".
Luís Alberto Sánchez de joven, formaba parte de la intelectualidad que insurge por mediación de la prédica marxista, inmerso en el proyecto socialista promovido por Mariátegui y luego, como miembro del partido aprista, se preciaba de conocer el marxismo, pero apenas balbuceaba antes que concepciones, ciertos dogmas tenidos como marxistas. Más que de la concepción marxista, estuvo cerca políticamente, del liberalismo ochocentista, progresivo y revolucionario, en franca lucha contra la feudalidad, y filosóficamente, del materialismo mecanicista burgués del mismo siglo, que intenta encasillar todo en rígidos esquemas. Allí está la explicación al origen de su crítica sobre una supuesta falta de comprensión del marxismo en Mariátegui, al que atribuye desconocer la "triada hegeliana" de tesis, antítesis y síntesis, presentado (por Sánchez), como si fuera piedra angular del marxismo, cuando en realidad es apenas una referencia didáctica, que en si mismo no dice nada.
En una obra posterior, Sánchez habla de una "literatura peruana" que identifica con lo nacional (peruano) y de una "literatura del Perú", que es "postiza". "Admitiendo el distingo me atrevería a anunciar una primera herejía crítica o socio literaria: Hubo literatura peruana sólo a entrados los primeros cincuenta años de la conquista española (pese a la duda sobre la existencia de literae, de letra, antes de la llegada de Pizarro al Perú, conquien por lo demás no advino la letra sino la iletralidad). Entonces sobrepusiéronce elementos importados, ajenos al genio del país, en una ola de imitación postiza, epidérmica, que ha durado, con raras pausas, hasta hace menos de treinta años. A partir de 1916, la inquietud vuelve a crear una literatura peruana".
Es tal la "herejía", que no vaciló en decir que la literatura de la sierra es peruana y de la costa es postiza27.
Si tomáramos en serio lo último, Palma, Gonzáles Prada, García Calderón, Eguren, Valdelomar, López Albujar, Bryce Echenique ..., todos costeños, serían "postizos". El conocimiento enciclopédico de Sánchez contrasta con la falta de un análisis coherente, porque desconoce la dialéctica. El conjunto de su obra está elaborada con los criterios tradicionales, y en algunos de sus exabruptos como el anterior, a veces se encuentran afirmaciones pertinentes como la diferencia entre "literatura peruana" y literatura "postiza", aunque lo lapide después al decir que solamente la literatura de la sierra es peruana. Cosas así de contradictorias es común a lo largo de su fructífera trayectoria. Sin embargo, su obra es y será referencia constante en el quehacer literario por la amplitud de conocimientos que presenta.
Aníbal Quijano reconoce la semejanza entre la concepción estética de Mariátegui con la de León Trotsky y Antonio Gramsci, pero sólo en la visión internacional del arte y la literatura, que sería marxista, no así en la interpretación de la literatura peruana, sobre lo cual afirma: "Mariátegui aparece intentando menos un enfoque clasista del fenómeno literario, que empeñado en acelerar y ampliar la emancipación de la producción literaria de su tiempo, del andamiaje mental oligárquico y colonialista. Incluso su esbozo de periodización del proceso literario peruano en colonial, cosmopolita y nacional, y no en periodos marcados por regímenes de clase, así lo demuestran. En este sentido, la posición de Maríátegui hace parte de un movimiento ideológico nacionalista democrático, en cuyo seno surge la estética que ha dominado la crítica y la historia literaria del Perú, desde los años veinte de este siglo", siendo la obra más lograda, de Luís Alberto Sánchez28.
Quijano no da mayores explicaciones a su crítica. Aclaremos que la semejanza del pensamiento de Mariátegui con Trotsky y Gramsci no se reduce a lo estético, sino también a lo político, en la visión de la estrategia revolucionaria, que en Trotsky fue conocida como estrategia de la "revolución permanente", sobre la cual, Gramsci29 estaba de acuerdo, aunque criticaba a Trotsky por su tendencia a forzar demasiado los acontecimientos. Las tesis de Trotsky se impusieron en los primeros años de la tercera internacional (hasta el cuarto congreso), luego del cual la burocracia stalinista se hizo del poder en Rusia, desfigurando los planteamientos. Es conocido que en la primera conferencia de partidos comunistas latinoamericanos de Buenos Aires (1929), las tesis de Mariátegui fueron rechazadas por el stalinismo, mientras que una de las tendencias del trotskysmo en Argentina las hizo suyas por considerar que se enmarcan en la estrategia de la revolución permanente. Por mediación de ellos, la figura y el pensamiento de Mariátegui aparece asociado a la "oposición de izquierda internacional" que a la postre diera lugar a la fundación de la cuarta internacional en 193830.
Es equivocado decir que un enfoque marxista ("clasista") de la literatura impida impulsar la lucha contra el colonialismo. Al contrario, con la concepción marxista se está en mejor predisposición para esclarecer los procesos sociales y culturales.
En su concepción del arte, Mariátegui siempre fue fiel al análisis marxista, postulando que el arte puede ser revolucionario en cuanto arte, al igual que el científico puede contribuir al progreso con su ciencia. Cuanto más lograda sea una obra desde la perspectiva artística, más puede contribuir a la emancipación de la humanidad de toda forma de explotación y opresión, incluso al margen de lo que quisieran los creadores.
La periodización de la literatura en colonial, cosmopolita y nacional, no anula el criterio de análisis marxista, sino al contrario, lo confirma, ya que ubica a las clases sociales y el quehacer literario inmerso en el devenir mundial, con sus especificidades y particularidades nacionales o territoriales.
En la década del veinte del siglo pasado, la posición marxista, la posición de Mariátegui, era la más coherente en un conglomerado de fuerzas que impulsaban el cambio para superar el colonialismo en todos los terrenos, desde el económico al político. Dentro de ese conglomerado, las posiciones políticas populistas (reformistas) quedaron rezagadas, sin coherencia, que recién lo encontraron en la década del treinta, luego de muerto Mariátegui, cuando el stalinismo intentó acabar con su pensamiento, logrando silenciarlo por un buen tiempo.
El marxismo en el Perú, a diferencia de otros países, no surgió del "ala izquierda" de movimientos de masas reformistas, que hegemonizaban el movimiento obrero popular y hasta el quehacer literario cultural, sino que emergió de un conglomerado radical, en oposición a las fuerzas oscurantistas y colonialistas de la oligarquía. Recordemos que el aprismo inicial de Haya de la Torre se reclamaba marxista e incluso a mediados del siglo pasado, cuando surgen los primeros partidos orgánicos de la burguesía (la Democracia Cristiana y Acción Popular), tuvieron que utilizar palabrería (demagogia) "marxistizante" para lograr aceptación en los sectores de avanzada del movimiento popular.
Lo irónico, lo contradictorio, es que muchas veces se critica en nombre de un antidogmatismo, pero cuando Mariátegui se aparta de ciertos "dogmas" tenidos como marxistas, Quijano lo tilda de apartarse del marxismo.
Washington Delgado31 señalaba que la propuesta de periodización de Mariátegui se puede comparar con el esquema "marxista" para la literatura europea en caballeresca, cortesana y burguesa, para luego intentar "complementar" el "esquema dialéctico" de Mariátegui, haciendo una propuesta "acaso más ajustadamente literario", según lo cual existen dos polos de atracción en el quehacer literario "la aproximación a la realidad y el esfuerzo por conseguir la autonomía literaria o la perfección estética".
La comparación de la propuesta de Mariátegui con el esquema supuestamente marxista para Europa no tiene sentido, ya que si bien el Perú y los países andinos forman parte de un mismo sistema capitalista mundial, el devenir cultural es diferente. Incluso entre países europeos, cuyo devenir tienen relativa autonomía, muestran procesos diversos (especificidades nacionales), como en el caso de Rusia, sobre la cual Trotsky decía que luego de un periodo imitativo, deviene o se crea una literatura nacional rusa.
Sin quererlo, Delgado reconoce en parte validez a la tesis de Mariátegui, cuando dice que la literatura de la colonia se subordina a los moldes y mentalidad de la metrópoli española, y que por su endebles, no hay una corriente predominante, sino que coexisten varias: crónica, lírica, teatro, etc., prolongándose este fenómeno después de proclamada la independencia.
La incomprensión de la crítica académica al planteamiento de Mariátegui, se debe en parte, a que no comprenden que la periodización en colonial, cosmopolita y nacional, no anula las corrientes y escuelas de literatura, sino que estas se adscriben en determinado periodo. Y contrariamente a los que consideran que esa periodización no es literaria, basta evidenciar que si el colonialismo cultural sobrevive en la república, es porque se considera la especificidad literaria cultural, contrariamente al planteamiento tradicional rechazado por Mariátegui, que periodiza la literatura y cultura de acuerdo a los periodos políticos (literatura de la colonia, de la república..., poniendo de límite la proclamación de la independencia en 1821). Por otra parte, en tanto debela el proceso literario bajo reglas literarias, Mariátegui descubre valores signos nacionales durante la dominación española y valores signos coloniales durante la república, porque su análisis se basa en la obra literaria. Para utilizar otra terminología, Mariátegui hace un análisis "hermenéutico" de la literatura.
Sobre la propuesta de Delgado de "aproximación a la realidad" y el esfuerzo por conseguir autonomía en una obra literaria, una de las más tradicionales confrontaciones entre literatos y artistas, diremos que tanto la literatura que busca "aproximarse a la realidad" y la que busca "autonomía", siempre intentan la máxima perfección estética, que a fin de cuentas es el fundamento de la literatura, al margen de que la obra sea progresiva, que tienda a la autoemancipación humana, o que sea reaccionaria tendiente a perpetuar el dominio de unas clases sobre otras. Al respecto, la propuesta de Mariátegui en catalogar a la poesía en tres vertientes (que se puede extender al conjunto de la literatura): épica revolucionaria, lirismo puro y disparate absoluto, es más completo y coherente
NOTAS
1.- Trotsky: Literatura y Revolución
2.- Mariátegui: 7 Ensayos ..., pág. 203.
3.- Mariátegui: 7 Ensayos ..., pág. 205.
4.- Trotsky: El Futurismo. Capítulo del libro Literatura y Revolución. Incluido también en Sobre Arte y Cultura. Alianza editorial, Madrid, 1973.
5.- Mariátegui: Defensa del disparate puro y El Anti-soneto. Incluidos en Peruanicemos al Perú.
6.- Mariátegui: El "Freudismo" en la Literatura Contemporánea. Incluido en El Artista y la Epoca. Ed. Amauta, Lima, 1959
7.- Mariátegui: El Artista y la Epoca. Ensayo incluido en el libro del mismo nombre.
8.- Mariátegui:.Populismo literario y estabilización capitalista. Incluido en El Artista y la Epoca.
9.- Mariátegui: El balance del Suprarrealismo. Incluido en El Artista y la Epoca.
10.- Mariátegui: Rainer María Rilke. Incluido en El Artista y la Epoca. En los 7 Ensayos, al referirse a la poesía de Alberto Hidalgo, Mariátegui también hace referencia a las tres vertientes.
11.- Mariátegui: 7 Ensayos, pág. 207.
12.- Mariátegui: 7 Ensayos, pág. 222.
13.- Trotsky: Gogol. Incluido en Sobre Arte y Cultura.
14.- Mariátegui: Chocano. Incluido en los 7 Ensayos.
15.- Luís Alberto Sánchez: Balance y Liquidación del novecientos. La primera edición data de 193(6?)
16.- Carta de Miguel de Unamuno a Chocano, incluido en la edición de Alma América. Editorial Nuevos Rumbos, Lima, 1958. Prólogo selección y notas a cargo del poeta Francisco Bendezú, el mismo, que en una nota a pie de página, señala que Chocano suprimió el "Prólogo" de Unamuno para las siguientes ediciones.
17.- Rubén Darío: Preludio. Escrito para el libro Alma América (1906) de Chocano. Reproducido en forma completa en la edición de 1958, con la consiguiente aclaración del poeta Bendezú, sobre la mutilación por Chocano de los dos últimos versos para su publicación inicial.
18.- Mariátegui: 7 Ensayos. Sobre la propuesta de Mariátegui sobre el indigenismo y sus contradicciones, Tomás Escajadillo escribió un ensayo de gran relieve: Para Leer a Mariátegui (Incluido en 7 Ensayos: 50 años en la historia. Editora Amauta, Lima, 1979. 19.- José Tamayo Herrera: Historia del Indigenismo Cuzqueño. INC, Lima, 1980, pág. 359.
20.- Hugo Blanco: Apéndice a su libro testimonial Tierra o Muerte. Siglo XXI editores. Hay un intercambio epistolar entre Hugo Blanco (en la cárcel) y Arguedas, desdeñado por la crítica, y que es importante no solamente por la propuesta política de ambos, sino también por su valor literario.
21.- Antonio Cornejo Polar: La Literatura Peruana: Totalidad Contradictoria. En Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Año IX, No. 18, Lima, segundo semestre, 1983.
22.- Sebastián Salazar Bondy: Lima, la horrible. Populibros Peruanos, Lima (año ..?). La primera edición corresponde a Ediciones Era, Méjico, 1964. Generalmente este libro se menciona, pero es poco lo que se conoce, ya que no es publicado por las editoriales ni por instituciones públicas peruanas (del estado o municipios) que suelen editar libros para su difusión.
23.- Está de moda hablar de la "inclusión" y la "exclusión". Se suele decir que la inclusión en el capitalismo trae bienestar y la exclusión, trae pobreza y marginalidad. No vamos a dudar de la buena fe de muchos, pero es bueno recordar que América fue "incluida" a la fuerza al sistema capitalista, pero en calidad de "pobres", de parias. Ese fue el devenir del Tawantinsuyo, que de una sociedad donde no había hambre ni pobres, fue convertido por la "inclusión" a la acumulación del capital, en la miseria y pobreza, al igual que la mayor parte de pueblos del planeta. Para que exista el capitalismo como sistema mundial, además de pobres, gran parte de éstos, deben ser desocupados, para formar un enorme "ejército industrial de reserva", para estar disponibles como piezas de recambio para la acumulación del capital. En el capitalismo es imposible el pleno empleo, ya que colapsaría. Si no existen pobres, no existe capitalismo.
24.- Ernest Mandel: Tratado de Economía Marxista. Ediciones Era, Méjico, 1972, tomo II, pág. 274.
25.- José Tamayo Herrera: Historia del Indigenismo Cuzqueño. INC, Lima, 1980, pág. 359.
26.- Luís Alberto Sánchez: La Literatura peruana: Derrotero para una historia cultural del Perú, (cinco volúmenes).
27.- Luís Alberto Sánchez: Panorama de la Literatura del Perú, Lima, 1974.
28.- Aníbal Quijano: Reencuentro y debate: Una introducción a Mariátegui. Lima, 1981, pág.115.
29.- Carta de Antonio Gramsci a Togliati, Terracini y otros (dirigentes del Partido Comunista italiano), fechado en Viena, 9 de febrero de 1924. Incluido en Gramsci: La Concepción del Partido Proletario. Artex Editores, Lima, 1978. En dicha carta, se hace referencia a las discusiones en el seno del Partido Comunista ruso, entonces en el poder, señalando que el triunfo de 1917, fue vaticinado por la estrategia [conocida como revolución permanente] de Trotsky, que desde inicios de siglo, propugnaba para que la revolución rusa no se detenga en los marcos burgueses desarrollando el capitalismo, sino que avance al socialismo, teniendo de garantía la dirección de la clase obrera aliado al conjunto de explotados. En tanto que los bolcheviques (dice Gramsci) solamente luchaban por una revolución democrática burguesa, por una dictadura "democrática" de obreros y campesinos, que sirva de "envoltorio" al desarrollo capitalista, pero en 1917, a iniciativa de Lenin, se pasan a la posición de Trotsky. En la misma carta, Gramsci señala la errada posición de Trotsky, en cuanto a organización, por intentar conciliar en el seno del movimiento obrero a posiciones estratégicas divergentes.
El historiador G.D.H. Cole, en su Historia del Pensamiento Socialista (tomo V), tiene la misma opinión de Gramsci respecto a la teoría de la revolución de Trotsky y Lenin.
Cuando se da la ruptura en el seno del comunismo ruso entre la "Oposición de Izquierda" liderada por Trotsky y el stalinismo, Gramsci ante la presión del aparato de la internacional, dijo que los principales responsables de la ruptura fueron los de la oposición (es decir Trotsky). Sin embargo no condenó, como otros dirigentes, al pensamiento de Trotsky, menos lo tildó de contrarrevolucionario. Pronto fue encarcelado por el fascismo y liberado en razones humanitarias poco tiempo antes de morir. El stalinismo intentó silenciar su pensamiento.
Entre los años 1922 a 1923 Gramsci estuvo en Rusia, donde gozaba de la confianza de Trotsky, que estaba redactando su estudio sobre Literatura y Revolución, y le pidió escribiera un ensayo sobre el futurismo italiano, siendo publicado como un capítulo de dicho libro. En las primeras ediciones en español aun aparece el escrito de Gramsci, no así en las posteriores.
Sobre la estrategia de Mariátegui, ver el capítulo Tres concepciones sobre la revolución peruana de nuestro estudio sobre Mariátegui y Trotsky.
30.- Horacio Tarcus ha indagado el recorrido de los "mariateguistas" argentinos en: Samuel Glusberg, entre Mariátegui y Trotsky, publicado en la Revista El Rodaballo. La primera parte en el Año 2, No 4, Otoño/Invierno, Buenos Aires, 1 996, y la segunda parte corresponde al Año 3, No 5, verano, 1996/97.
31.- Washington Delgado: Historia de la literatura republicana: Nuevo carácter de la literatura del Perú, Lima, 1980.
Rafael Herrera Robles
Sociólogo, a sus preocupaciones por desentrañar el devenir del Perú como parte del devenir del conjunto de la humanidad, se agrega sus inclinaciones artísticas en el terreno de la composición.